"Ella será grande Ser Jaime, como lo dijo su padre algún día. Será fuerte, honorable, inteligente y muy hermosa. Luchara mejor que nadie y nunca fallara un tiro. Coserá, bailará y cantará mejor que cualquiera en este reino. Y por más que quiera alej...
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Fuego.
Robb despertó primero esa mañana y observó a la chica que permanecía a su lado, desnuda y envuelta en las sabanas. Aun no creía lo que había pasado esa noche. Observó el techo y recordó cómo se sentía su piel, como había sido besarla con tal desesperación y en especial, recordó lo bien que se había sentido estar completamente unido a ella. Era extraño, ella era una leona y él era un lobo, no deberían llevarse bien, pero su padre tenía razón, esa chica tenia de Lannister lo que él tenía de Dorniense. Rose despertó sintiendo los calmados latidos del corazón de su esposo y el sube y baja de su pecho, él ya estaba despierto.
-Buenos días Lady Stark- él sonrió de lado.
-Buenos días Lord Stark.
Robb la tomó de las mejillas y ella se acercó para unir sus labios en un dulce beso, nada comparado con los que se habían dado la noche anterior.
-Mmm. No quiero pararme de aquí- balbuceo Robb contra el cuello de su esposa.
-Debemos hacerlo. Debo darle de comer a Rickon, llevarle algo de comida a tu madre y darle algunas lecciones a Arya.
-Así que yo debo llevar a Rickon a la sala principal, sentarlo en mis piernas y explicarle cada palabra que digan los norteños y él no entienda- dijo divertido. Rose rió.
-Solo por hoy. Mañana en la tarde me lo llevare al bosque junto a Arya.
-¿Al bosque?
-Sí. Ahí le daré una lección a Arya. Quiero sacarla de aquí. Está muy abrumada con todo esto- suspiró.
-¿No quieres casarte conmigo de nuevo?- preguntó en tono de broma.
Rose volvió a reír mientras se ponía de pie con las mejillas sonrojadas.
-Me daré un baño. Ya vuelvo.
En cuanto salió del baño, Robb entro y ella descubrió que ya había un vestido sobre la cama. Era del color del vino, con un escote de corazón escondido por una capa de encaje hasta la cintura, sin hombros, ajustado hasta la cintura, luego caía hasta la mitad de sus muslos; a su lado estaba una capa dorada con el broche del lobo huargo. Se colocó el collar de fluorita, la pulsera de piedras preciosas y unas sandalias planas. Recogió su cabello en un moño sureño mientras observaba a Robb vestirse.
Sus mejillas se tiñeron de rojo al recordar la noche anterior. Las manos del Stark recorrer su piel y sus labios besándola centímetro a centímetro. Por tercera vez en su vida sintió como su corazón bombeaba sangre fuertemente a todo su cuerpo, lo que en lugar de polillas parecían dragones danzando por sus entrañas, y aquello que sintió cuando el dolor desapareció.
Ambos eran jóvenes pero sin dudas hicieron que la primera vez del otro fuera mágica.
La noche había caído en Invernalia y ese fue el momento en que Robb regreso al castillo buscando a su esposa.
