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Misericordia

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Misericordia.

Robb salió corriendo, y Rose lo oyó gritar a los guardias y descender a toda prisa, saltando los escalones de dos en dos o de tres en tres.

En el exterior, en el patio, se oían gritos de « ¡Fuego!», pasos apresurados, relinchos de caballos asustados y ladridos frenéticos de los perros del castillo. Mientras escuchaba aquel caos, se dio cuenta de que los aullidos habían cesado. Los lobos huargo estaban en silencio. Catelyn se acercó a la ventana, murmurando una oración silenciosa de agradecimiento a los siete rostros de Dios. Al otro lado del patio, en la biblioteca, las llamaradas brotaban de las ventanas. Se quedó observando cómo la columna de humo se alzaba hacia el cielo y recordó con tristeza los libros que los Stark habían acumulado a lo largo de los siglos. Luego cerró los postigos.
Al volverse, vio al hombre.

-No deberíais estar aquí- murmuró él con voz ronca-. Aquí no tenía que haber nadie.

Era un hombrecillo menudo, sucio, con ropas marrones mugrientas y hedor a caballerizas. Catelyn conocía a todos los hombres que trabajaban en los establos y no era uno de ellos. Estaba flaco, tenía el pelo rubio y lacio, y los ojos claros muy hundidos en el rostro huesudo. Y llevaba un puñal en la mano.

-Usted no debería estar aquí- dijo Rose.

-No- dijo Catelyn mirando el cuchillo y a Bran. Rose también volteo. La palabra se le quedó trabada en la garganta; fue apenas un susurro. El hombre alcanzó a oírla.

-Es un acto de misericordia- dijo-. Ya está muerto.

-No- repitió Catelyn más alto, había recuperado la voz-. No, no.

Corrió hacia la ventana para pedir ayuda a gritos. Rose salto la cama para ayudar a Lady Catelyn, pero aquel hombre era más veloz de lo que había supuesto. Le tapó la boca con una mano, le echó la cabeza hacia atrás y le puso el puñal en la garganta. El hedor que despedía era insoportable.

-Si abre los postigos, ella muere- amenazó el hombre.

Catelyn retrocedió y agarró el cuchillo que estaba en la bandeja de su cena. Rose tomó la hoja del puñal con sus manos. Lo oyó maldecir junto a la oreja. Tenía los dedos resbaladizos por la sangre, pero no soltó el puñal. La mano que le cubría la boca presionó con más fuerza, impidiéndole la respiración. Rose tomó impulso y lanzó su cabeza hacia atrás, dándole al hombre en la nariz. Rose respiró una bocanada de aire y Catelyn gritó, el hombre agarro a la mayor por el cabello, ella tropezó y cayó al suelo.

Lo vio sobre ella, jadeante, tembloroso. Él todavía aferraba el puñal con la mano derecha, llena de sangre.

-Aquí no tenía que haber nadie- repitió como un idiota.

Catelyn vio como Rose se lanzaba sobre el hombre, pero él era verdaderamente fuerte, la hizo girar y quedo sobre ella. Rose golpeo las partes del hombre con su rodilla pero aun así él no se movió. Catelyn vio la sombra que se deslizaba por la puerta abierta tras él. Se oyó un ruido sordo que no llegaba a ser un gruñido, apenas un susurro amenazador, pero él también debió de oírlo, porque después de golpear la cabeza de Rose fuertemente contra el suelo empezó a dar la vuelta justo cuando el lobo saltaba. Hombre y bestia cayeron juntos, en parte sobre Catelyn. El lobo mordió. El grito del hombre duró menos de un segundo, lo que tardó el animal en arrancarle media garganta.

La sangre cayó como una lluvia cálida sobre el rostro de Catelyn. El lobo la miraba. Tenía las fauces enrojecidas y empapadas, y los ojos le brillaban con destellos dorados en la oscuridad de la habitación. Se dio cuenta de que era el lobo de Bran.

-Gracias- susurró Catelyn con un hilo de voz.

Alzó la mano, temblorosa. El lobo se acercó con suavidad, le olfateó el rostro y lamió la sangre con una lengua húmeda y áspera. Cuando se la hubo limpiado dio media vuelta sin hacer el menor ruido, se subió de un salto a la cama de Bran y se tendió junto a él. Catelyn se dio cuenta de que Rose estaba tendida en el suelo con los ojos cerrados; se echó a reír, histérica, pero cuando vio la sangre alrededor de la cabeza de Rose volvió a gritar por ayuda.

Así fue cómo la encontraron Robb, el maestre Luwin y ser Rodrik cuando irrumpieron con la mitad de los guardias de Invernalia. Robb corrió hasta Rose, la tomó en brazos y la llevo hasta la habitación, la dejo con el maestre para que la curara y volvió con su madre. Ser Rodrik y Robb tuvieron que esperar a que Catelyn se calmara antes de abrigarla con mantas y llevarla al Gran Torreón, a sus habitaciones. La Vieja Tata la desnudó, la ayudó a entrar en la bañera llena de agua humeante y le limpió la sangre con un paño suave.

 La Vieja Tata la desnudó, la ayudó a entrar en la bañera llena de agua humeante y le limpió la sangre con un paño suave

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Durante cuatro días Lady Catelyn había dormido. El maestre Luwin le había dicho a Robb que estaba bien, solo muy cansada; y que la sangre alrededor de Rose no era de ella sino del hombre, al parecer la chica había conseguido herirlo antes de que el lobo de Bran le salara encima, se había desmayado por el golpe pero no fue grave.
Robb estuvo muy cerrado esos días y Rose gastaba su tiempo en las lecciones de Arya, además de que le enseñaba a Rickon lo que Jaime Lannister le había enseñado alguna vez.
Ese día, cuando despertó, Rickon ya estaba junto a ella, sobre Robb mientras este le acariciaba la espalda y le contaba un cuento.

-... El Muro fue supuestamente creado hace más de ocho mil años por Brandon el Constructo después de la llamada Larga Noche, para defender los reinos de los hombres de los salvajes y los Otros. El Muro es protegido desde siempre por la Guardia de la Noche y, de acuerdo a algunos, también por hechizos antiguos y hechicería olvidada.

-¿Quiénes son los Otros?- preguntó el pequeño, sentándose en el regazo de su hermano. Cuando Robb iba a responder, Rickon se dio cuenta de que Rose ya estaba despierta-. ¡Rose!

-¡Ricky!

El niño se le lanzó encima, casi caen de la cama pero Robb sostuvo a Rose y Rose a Rickon, los adolescentes se vieron y soltaron una carcajada. Rickon se bajó de la cama y se tiró sobre Lonnel, enseguida Furry fue a hacerle cariños.

-Es bueno verte reír- le dijo ella mientras se ponía de pie.

-En verdad lo siento.

-No te preocupes, tienes cosas que hacer.

-Ninguna debería ser más importante que tú.

-Todas ellas deben ser más importantes que yo.

||Of Ice and Fire.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora