Capitulo 2

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—Señor Overland, la intervención quirúrgica de su hijo fue un éxito— le informó el doctor al patriarca de los Overland. —Debo decirle que debemos esperar que el joven  despierte para que puedan verle —continuó el médico.

—¿Doctor podría hacerle una pregunta?

El cirujano asintió levemente con la cabeza.

—¿Por qué el cuerpo de mi hijo sufrió tan graves daños?

—Según lo que se me ha informado, el joven Ian no llevaba puesto el cinturón de seguridad, por ello, cayó al asfalto, pudo haber muerto —concluyó el médico cirujano.

—¿Despertará pronto?

—Esperemos un tiempo a que su cuerpo asimile lo ocurrido.

Adam, el médico, giró sobre sus talones dispuesto a irse.

—Espere un momento —Arnold lo tomó por el brazo —Ha dicho que hasta que despierte puedo verlo, ¿no habrá alguna manera de remediar eso?

—Me temo que no. Es mejor que...

—Ni con esto —le interrumpió mostrándole unos cuantos billetes verdes.

—Podría hacer una pequeña excepción, señor Overland —recibió los billetes con gusto.

—Es un bien mutuo. ¿No lo cree?

—Claro que sí, señor. Adelante puede pasar.

—Se lo agradezco.

Adam le indicó el número de la habitación en la que se encontraba Ian. Arnold le siguió en silencio mientras avanzaban. El señor Overland no estaba muy orgulloso de haber sobornado a aquel hombre. Él no era de esas personas. Pero lo hizo por su hijo que es lo que en realidad importa.

Al llegar a la habitación, vio a su joven hijo postrado en una cama, con una máscara de oxígeno en su boca, con golpes por toda la cara y su cabeza estaba vendada en la parte frontal.

—Ian... —fue lo primero que pronunció.

El doctor los dejó solos, a un inconsciente muchacho y a su angustiado padre.

—¿Te has dado cuenta de lo que has hecho?

No recibió respuesta.

—¿P... Por qué eres tan irresponsable? —Tomo una silla y se sentó cerca de la camilla —Te lo he dado todo. ¿Y tú me pagas con esto?

Días siguientes

—Hemos evidenciado una notable mejoría con Ian, señor Overland— informó el médico después de hacerle un par de chequeos médicos al joven.

—Se pondrá bien ¿verdad?— dijo el padre de Ian.

—Le aseguro que ya se encuentra fuera de peligro. En una hora quizás pueda volver a verlo. Me retiro, que pase una buena tarde.

***

—¿Cómo pudiste ser tan estúpido al manejar sin cinturón?— le reclamó Arnold a su hijo, quien minutos antes había despertado.

Ian guardó silencio.

—Respóndeme, Ian. ¿En qué demonios estabas pensando, imbécil?

—No... No lo sé. Solo quería llegar junto a Toothie. Sabés como se pone cuando le falto a las citas — se defendió Ian.

—¿Y por eso tenías que rebasar a ese auto y estrellarte contra un camión?— subió su tono de voz un poco — ¿A los cuántos años te enseñé a manejar?

MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora