Jack
Llevo tan solo un maldito día en este lugar, ya comienzo a asfixiarme. El hedor es repugnante, las pocas bombillas que hay casi no sirven. No existe ningún tipo de ventana. Hace unas horas, uno de esos sujetos me dio un plato de comida, lo rechacé. Me siento como un animal, como un perro.
Lo que sí es cierto, es que, como sea saldré de aquí, no les daré el placer de tenerme como esclavo.
Escucho que abren la puerta. Se asoma el miserable Cedric y su séquito de imbéciles. Les lanzo la bandeja con la comida, consigo darle a uno de ellos, dejándolo inconsistente. Sonrío.
—Estás a la defensiva el día de hoy. Que mal... Jack, esa no es la manera de tratar a quien te tiende la mano —presiona ese puto botón y me retuerso en mi sitio.
—No se crean... Mis salvadores. Porque ni en el infierno lo serán —dije con esfuerzo.
Oí una carcajada por parte de ese insolente Hans. Ya me la pagará después.
—Bien, yendo al punto de mi visita. Te dije anteriormente que te tenía un trabajo. Pues, saldremos esta noche. Un ricachón realizará una reunión celebrando su título como imbécil del año. Ese hombre me despidió porque no mandé arreglar el coche de su mimado hijo. Que por cierto, nunca conocí —mumura esto último —Además tengo información que me confirma que la noviecita de un policía que no ha hecho más que molestarme, también irá. Te encargarás de ella.
—¿Quieres que solo esté detrás de la falda de una mujer? Pensé que tenías mejores planes para mí —le espeté.
—Pensaste bien. En ese lugar habrán guardias, les quitarás las armas e iras por la chica —me ordenó.
—Me crees tu títere ¿Verdad? —cambió drásticamente su semblante de arrogante a serio.
—Ponte esto —me señala unas prendas oscuras.
Espero a que todos salgan y me coloco esa ropa, consiste en un pantalón negro, zapatos negros, una chaqueta con capucha negra.
Salimos del edificio, me senté en los asientos traseros del auto.
Llegamos al supuesto hotel. Como dijo Cedric, habían muchos guardias en la entrada. Usé mis habilidades y a una velocidad inhumana, les quité todas sus armas de fuego, dejándolos enmudecidos ante tal acto. Ya hice lo mío, ahora encontrar a esa mujer.
Mientras estábamos en el auto me dieron indicaciones de cómo es esa chica.
Choqué con alguien,
pero a quién tenemos aquí...Rubia platinada, ojos azules, piel blanca. La recordé en ese callejón con ese vestido azul, hoy viste uno completamente diferente, amarillo con detalles en la cintura, largo.
Ella se queda pasmada con mi presencia. Me mira a los ojos. No sé si ya me ha reconocido. Se aleja, inicia a correr. En un instante la alcanzo y la agarro por la espalda, pongo un pañuelo con drogas en su boca y nariz.
—¿Te acuerdas de mí? —le susurro al oído. Se desmaya en mis brazos.
La cargo sobre mi espalda y me reúno con los demás. Cedric está que escupe fuego.
—¡Maldita sea! Ese hijo de perra se ha escapado. Quería cobrárselas todas —grita —Oh, veo que te encontraste con nuestra invitada. Buen trabajo Frost. Largémonos de aquí. La policía no tarda en llegar.
Su cambio de actitud me sorprende. Creo que es bipolar.
—Elias. Acamoda a esa zorra en el baúl del auto —El otro gemelo sujeta a la mujer, la introduce en donde le han mandado. Veo que se le cae a ella una pulsera, la recojo y la guardo. No sé el porqué.
Partimos de allí de inmediato. No puedo evitar escuchar como el cuerpo de esa mujer se golpea estrepitosamente.
Llegamos a mi "cárcel". Bajan a la chica sin ningún tipo de cuidado. Me piden que la lleve a una habitación. Cuando caminamos por el pasillo noto que nos dirigimos al cuarto donde yo estaba.
Han traído una cadena. Evidentemente, es para ella. No me equivoco. Colocan la cadena alrededor del tobillo de ella.
—No sabemos con quién tratamos —lee mis pensamientos Elias.
—Tienes nueva compañera, Jack. Disfruta de su compañía —insinuó Hans.
—Esperen un momento... ¿Acaso no hay suficientes habitaciones como para dejarla conmigo?—rebatí.
—No, no las hay —se burló de mí.
Me recosté en la pared contraria, observé su rostro. Pensé que había muerto, pero tal fue mi sorpresa al verla viva. Trató de maquillar esos moretones, pero a mí no me engaña.
Duermo un poco.
Me despierto alerta, oí el inconfundible sonido de las cadenas. Ha despertado.
Elsa
Me duele la cabeza, siento como si me hubiera pasado un tractor por encima. Me incorporo, las luces de este lugar me ciegan. Divisé el lugar con expectación. Huele asqueroso aquí. Aunque mi sentido de la vista no me sirve al cien. Me siento mareada.
Miro hacia la esquina del cuarto. Grito de sorpresa y miedo.
—Es bueno verte de nuevo.
Me pego a la pared alejándome aún más de él. Empiezo a hiperventilar. Él solo me ve, y sonríe.
—No pensé que en nuestro reencuentro tendrías esa cara de muerta en vida. Me decepcionas —su voz trae a mi mente amargos recuerdos.
—¿Q... Qué quieres de mí? —me tiembla la voz —¡No te bastó con casi haberme matado y ahora me has secuestrado! —le grité.
Él me responde con una sonora carcajada.
—¿Yo para qué mierdas te querría? —ensancha más su arrogante sonrisa.
—No sé. Dímelo tú —le acusé.
—En realidad... Ya olvidalo —cambia de tema.
—Sácame de aquí. Yo a ti no te hecho absolutamente nada —le exijo.
—Si no te has dado cuenta, yo también soy prisionero, solo que sin cadenas.
—¿Me creés estúpida?
—Quizás —me molesta su mirada egocéntrica, si antes sentía miedo, ahora siento rencor hacia él.
Algo llama mi atención y es su rostro. No sé como no me había dado cuenta antes. Sus ojos... Sus ojos son azules. Su cara es perfecta, no existe ninguna cicatriz. Quedo pasmada.
Él saca de su bolsillo una pulsera esa es...
—¡Mi pulsera! —le grito —¡Eso es mío! —intento acercarme a él pero las cadenas me lo impiden.
—¿Ah sí? —lo que veo ahora es mi corazón destrozarse. Él la ha roto. Esa pulsera era lo único que me quedaba de mi madre. Caigo de rodillas, una lágrima sale de mis ojos.
—¿Le tienes aprecio a cosas tan materiales? —mira los restos de mi joya.
—¡Me la dio mi madre, idiota! —comienzo a sollozar.
—Que triste —sigue burlándose de mí.
No vuelve a hablar y yo tampoco, me he arrinconado en una esquina de la habitación. Sé que me está mirando. Siento que lo hace. Empiezan a fallar las luces, hasta que se apagan totalmente. Abrazo mis piernas.
—Malditos interruptores de mierda —oigo su voz demasiado cerca y tiemblo de solo saber que está a unos pasos de mí. Vuelve la luz, veo que ha metido sus dedos y ha juntado dos cables.
—Mierda —blasfema, quizás se ha electrocutado.
Se aleja. Respiro profundo. Me exalto al escuchar la puerta abrirse...
***
Dedicado a todos mis seguidores.
La historia se pone candente ¿no?
Dejemos que se desenvuelva poco a poco. Vendrán cosas nuevas, personajes que ya conocemos y una muerte que en lo personal no me gustó, pero así tiene que ser.
Gracias por leer.
ESTÁS LEYENDO
Monstruo
CasualeLa ciudad de Seattle no es segura ahora, los ciudadanos evitan a toda costa, salir en las noches.Temiendo encontrarse con el monstruo de ojos dorados. -Nunca podré ser lo que las personas quieren que sea, solo soy lo que ves, un ser que no sabe sent...