Capítulo 39

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Después de salir un rato con mi descabellada amiga, regresamos a mi departamento y preparamos una comida especial; es decir, Mérida cocinó todo, yo soy muy mala para la cocina. Observé su destreza con la comida, la ayudé algunas veces a alcanzar los ingredientes. Era increíble su desenvolvimiento en el área gastronómica, esto me hace pensar que las discapacidades no existen.

Su comida quedó deliciosa, se lo hice saber cuando probé de lo cocinado, ella sonrió y alardeó de ser la mejor. Luego de comer ella dijo que se iba, pero lo evité, la necesitaba junto a mí para que fuera mi soporte y quien no me dejé caer, ella aceptó con gusto.

—¿Sabes? Necesito una pareja. ¿No tendrás un amigo para presentarme? —dijo ella tendida en mi cama, mientras que yo organizaba mi guardarropa.

—Oh vamos. ¿Es en serio? —mencioné y ella me lanzó una almohada.

—¿Que? Solo quiero alguien que me diga lo hermosa que soy.

—Tú eres hermosa y no necesito ser hombre para decírtelo. Mérida, tú no necesitas de un hombre para ser feliz, solo necesitas tener un buen autoestima y valorarte por lo que eres —mi amiga emitió un suspiro derrotado.

—Es que... Ya olvidalo, sé que nadie se enamoraría de una ciega.

—Mérida... —la regañe como lo hace una madre con su hija.

—Oye, hay un tema que anda rodando por mi cabeza y son esos continuos asesinatos en esta ciudad, papá me ha pedido que volvamos a Escocia por esto, pero yo he denegado su oferta, porque no quiero irme y dejarlas a ti y a Rapunzel aquí. Sin embargo, no puedo dejar de sentir miedo al salir en la noche.

Doy gracias al cielo de que ella no haya podido ver como palideció mi rostro al escuchar su comentario. Mis manos empezaron a temblar al recordar que yo he sido una de esas víctimas y que mi victimario es el hombre que pone mi vida de cabeza.

—Mmm, sabes que en esta ciudad hay mucha inseguridad, así que no se me hace raro todo este embrollo del asesino de Seattle. Además tú cuentas con la protección de los guardias de tu padre, así que no hay nada qué temer —traté de desviar el tema para no tener que seguir hablando sobre esto.

—No sé por qué, pero todo esto me ha recordado a un libro que leí donde un asesino en serie era un hombre hermoso y se enamoraba de una de sus víctimas —insistió con el molesto tema.

—Pues estás equivocada, porque los asesinos no son atractivos, sino violentos y horribles.

—¿Por qué lo dices? ¿Acaso eres policía? —insinuó haciéndome palidecer otra vez.

—Lo digo porque fui periodista y este era mi diario vivir, redactar sucesos atroces referentes a casos donde los asesinos son unos psicópatas.

—Pero eso no les quita el suspenso. Te imaginas envolverte con un sujeto como ese, sería de lo más extraño, además ellos poseen un aura peligrosa que te atrae —mencionó como toda una adolescente dramática.

—Ay, ya cállate. Y vamos a dormir —le dije lanzándole una de mis pijamas —Ponte esto. Ya sabes donde está el baño.

—Sin lugar a dudas, eres una aguafiestas. El tema era de lo más interesante —giró los ojos con fastidio y no pude evitar reír cuando se golpeó con la pared.

—Ves, por andar pensando en tu bad boy es que no eres consciente por dónde andas —dije con burla. Ella me mostró su dedo corazón y luego cerró la puerta —Yo también te amo —grité para que me escuchara.

Me tiré a la cama y dejé que el sueño me venciera.

***

En la mañana Mérida tuvo que irse temprano a su casa porque su mamá amaneció un poco enferma. Quería quedarme un rato más junto a ella, pero está primero la familia.

MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora