Capítulo 15

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No para de llover, ni yo de llorar, creo que en cualquier momento me quedaré sin una lágrima más.

La pérdida de un ser querido es lo más horrible que puedes sufrir, y mucho más cuando sabes quién fue la sabandija que te lo ha quitado. Su nombre está escrito con sangre en mi memoria.


Jack... Jack... Jack.

Empiezo a gritar, blasfemar hasta que mi garganta arda. Oigo una ambulancia muy cerca, quizás alguien la haya llamado. Muy tarde... Muy tarde.

Dejo a mi amado, es decir, al cadáver sin alma que está ahí lleno de sangre. Ya no importa. Corro, sin saber siquiera para dónde diablos voy. Busco el puente más cercano. La vida me está valiendo mierda en este momento.


Me subo al borde del puente, observo mis pies descalzos y más allá, la vía. Transitan muchos autos, sé que la caída sería mortal. Pero me ciega la desesperación y la tristeza.

Estoy dispuesta a lanzarme, pero alguien me deteniene.

—¿Crees que las cosas se solucionan acabando con tu vida? —la voz es masculina. La ignoro.

Me inclino y ...

—¡Detente! —me agarra por la cintura y comienzo a patalear lastimándome y lastimándolo.

—¡Suéltame! —él es mucho más fuerte que yo, no puedo liberarme, dejo de resistirme y lloro, él desconocido me abraza como si fuéramos amigos de toda la vida.

—Oye, tranquila —susurra con ternura —Todo está bien.

—Nada está bien —siseo.

—Mira, sea lo que sea que te haya sucedido no merece que termines con tu existencia —me toma por los hombros. Ni siquiera he tenenido la valentía de verle a la cara.

—¿Me crees estúpida? Has venido aquí a "salvarme" pero ¿qué quieres a cambio? —lo encaro, tiene unos hermosos ojos verdes, piel blanca y cabello castaño.

—¿Qué? —dice sorprendido —Claro que no, lo único que deseaba es que no cometieras un error. Mi... Mi hermana se suicidó de la misma forma que tú querías hacerlo.

—¿Quieres que sienta tristeza por ti? —dije con acidez —En primer lugar —aparté sus brazos —No debería estar hablando contigo, no te conozco y en segundo lugar, no deberías meterte en la vida de los demás.

Me alejé y le di la espalda. Ahora lo único que quiero es llegar a casa.

—¡Hey! —me llama, me detengo —Puedo llevarte a tu casa, mi auto está por allí.

Me giré, lo vi solo un instante, limpié mis lágrimas y seguí adelante rápidamente. En unos minutos me alcanzó. Bajó la ventanilla del auto.


—Oh vamos, puedo llevarte —insistió.

—Te dije que no.

—Es muy peligroso que estés por aquí a estas horas —comienza a irritarme.

—Si que eres molesto. No dejarás de molestarme hasta que te diga que sí ¿verdad? —él asintió —De acuerdo —me subí de mala gana al auto.

MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora