Capítulo 17

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Es él.

No puedo creer que esté aquí.

Me mira y sonríe, como si le agradace verme. No sé cómo sentirme en este momento, si avergonzada por ingresar a un lugar privado o enojada con la vida por el hecho de que él esté siempre presente en mi vida.

Sus ojos son tan hermosos, verdes como esmeraldas, me observan con detenimiento esperando que pronuncie algo. Pero enmudezco y agacho la mirada como perro regañado.

—¿Qué haremos con ella? —Gogo aprieta mi brazo —merece un castigo.

—No —dice ese sujeto con seguridad —solo quisiera saber, ¿Qué haces acá?

Me niego a hablar.

—Vamos, dime algo —levanto la mirada, lo observo y sonrío.

—La verdad... —trato de decir pero alguien me interrumpe.

—¡Elsa, ¿qué diáblos haces aquí?! —reconozco esa voz. Está enojado, puedo sentirlo.

—Hiro... Y...yo —las palabras no me fluían con naturalidad. Quisiera que la tierra me tragara, siento un calor en mi rostro. ¡Qué vergüenza!

—¿La conoces Hiro? —preguntó entonces el castaño.

—Si — siseó. Su mirada era acusatoria. Yo traté de sonreír, pero no funcionó.

—Creí que habías vuelto a tus hábitos pasados, pensé que estarías en malos pasos. En serio lo siento, Hiro —me disculpé con él por mi intromisión.

—Hiccup, ¿me dejarías hablar a solas con ella? —se dirigió al castaño.

Ah. Con que así se hace llamar. Hiccup. Mi salvador, quién estuvo ahí cuando quise matarme. Ahora, tras unos días, lo he encontrado de nuevo.

—Por mí no hay problema. Pero sabes muy bien que tendrás que presentarte ante Flynn y responder por lo que ha hecho ella —le explicó —Suéltala, Gogo.

Me solté a la fuerza de su agarre, ella solo me lanzó una mirada asesina. Limpió su uniforme como si haberme tocado le causara repulsión: constaba de un pantalón de licra negro con franjas moradas en los costados, botas negras, la parte superior del traje no contaba con mangas; los hombres usaban este mismo traje, pero en tonos negro y azul oscuro.

Todos nos miraban con expectación. Me sentí incómoda. La pelinegra se marchó del lugar. Al parecer, no le agradé para nada. Hiro me toma por el brazo. Hiccup y los demás se alejan.

—Será mejor que hablemos en un lugar... Más apartado —me susurra al oído.

Tomamos una dirección contraria a la que, minutos antes, yo había tomado.
Me llevó a una habitación apartada.

—¿Me podrías decir qué haces aquí? —le pregunté.

—¿Perdona? Quien debería estar pidiendo explicaciones soy yo —mencionó, ofendido.

—Yo solo quería saber en qué estabas metido —me pasé la mano por mi cabello.

—Todavía no confías en mí ¿verdad? —no le respondo, bajo la mirada hacia mis zapatos.

—No es eso —murmuré —Solo... Me preocupo por ti.

—Llegué aquí unos días después de que Tadashi ingresara a la policía de Seattle. Cuando decidió marcharse de casa, ¿Y de qué sirvió? Nada. Solo consiguió que lo mataran.

—Sabes muy bien que ese siempre fue su sueño.

—Nunca estuve de acuerdo con su estúpida decisión de ser policía —frunze el ceño.

MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora