Monstruo

Capítulo 61

Han pasado un par de días después de la muerte de Jane. No he podido superar el hecho de haberla perdido en manos de la persona que más quería.

Lloré y lloré y lloré, y... Ah, lloré otra vez por ella y porque es posible que no pueda tener hijos mas adelante.

Jack ha tratado de sacarme de la depresión tan tremenda en la que estoy sumergida, me invita a salir, me abraza en las noches cuando las pesadillas son inclementes, sin embargo; no puedo superarlo así no más.

—Vamos Elsa, tienes que levantarte de esa cama algún día —susurra mientras acaricia mi cabello rubio.

Limpio mis lágrimas y volteo a verlo.

—No quiero —dije y apreté aún más las sábanas que me cubrían —Jack, déjame en paz.

—Estoy tratando de ayudarte —alegó.

—¿Ayudarme a qué exactamente? —mencioné a la defensiva.

—Pues, quiero que te levantes de esta cama y enfrentes la realidad.

—No es tan fácil —refute.

—Lo es si te esfuerzas.

—¡Que no! —grité con fuerza.

No quería verlo a la cara, no quería ver su reacción, porque sé que debe tener el ceño fruncido y muchas ganas de sacarme a rastras de la cama.

—Vaya, contigo no se puede hablar. Si quieres morirte en esta cama allá tú. Llevo mucho tiempo rogándote como un idiota, haz lo que quieras —se levantó de la cama.

—Bien, vete, vete con papi y con mami a tu gran mansión, prefiero estar sola —sorbi por la nariz —y si quieres que me vaya de tu apartamento, pues me voy y ya.

Escucho que suspira. Giro mi rostro y lo encaro.

Camina otra vez hacia mí y se me queda viendo unos segundos.

—Esa no es la idea, Elsa. Yo quiero lo mejor para ti, quiero que seas aquella mujer fuerte que me demostraste que eras, vuelve a ser esa fiera indomable —me alentó.

Me levanté de la cama, llegué hasta él y lo abracé por el cuello. El olor a perfume masculino que despedía su piel hizo que quisiese quedarme abrazada a él todo el día.

Jack pasó sus manos por mi cintura apegándome más a su cuerpo.

—Perdón por hablarte de esa forma, pero tienes que entender que no puedo superar la muerte de nuestra hija de un día para otro —me separé un poco de él —también sé que no estoy poniendo de mi parte, pero... No puedo.

—Sí, comprendo. Te daré tu tiempo y espacio para que mejores —besó mis labios con dulzura —Ah, una cosa más —dijo al separarse de mí —Me tomé la molestia de llamar a Mérida para visitarse...

—¿Qué? ¿Por qué lo hiciste? —empujé su pecho —No quiero las condolencias de nadie, no tenías por qué llamarla.

—Creí que su compañía te haría sentir mejor, pero veo que trato de ayudarte y tú me haces a un lado.

Se cruzó de brazos con el ceño fruncido. No podía creer que estuviésemos peleando por algo tonto. Vivir juntos fue mala idea, sin embargo, no tengo dónde más vivir.

—De acuerdo, no quiero seguir discutiendo contigo Jack, voy a aceptar su visita si tú lo quieres.

—No es si yo quiero, es si tú quieres. Así que, trata de no alejarte de quienes te queremos.

—¿Cuándo vendrá? —pregunté.

—Está aquí —respondió con una sonrisa ladeada.

Regresé a la cama y le di la espalda, soltó un bufido y luego escuché la puerta cerrarse.