Me incliné a su altura y tomé sus rostro entre mis manos.
—Hola —le susurré a la pequeña niña. Ella me sonrió con cariño.
—Hola —respondió con esa voz tierna que posee. Sus ojos eran hermosos. Pero no paraba de rondar por mi cabeza el hecho de haber soñado con ella. La voz del sueño es idéntica a la suya, solo que en la realidad no tiene esas hermosas alas que tanto llamaron mi atención.
Retomé mi posición y encaré a mi hermana.
—Anna. ¿Quién es ella? —señalé a la pequeña castaña.
—Es mi hija, Angie —soltó de pronto dejándome sin habla en su momento —Es tu sobrina.
Miré sus rostros tan parecidos y no pude evitar ver en los ojos de esa niña la esencia de mi madre, ese brillo que la caracterizaba.
—¿Cómo que tu hija? —dije a media voz —¿Por qué no me dijiste antes que tenías una? ¿Quién es el padre? ¿Kristoff?
Ella suspiró con fuerza, luego tomó la mano de su hija.
—Tranquila Elsa. Angie es el fruto de mi amor con Kristoff y no te hablé de ella porque estábamos distanciadas y porque quería protegerla. Además...
—¿De quién? ¿De mí? —la interrumpí, mi voz sonaba un tono más alto, lo que provocó que Angie se escondiera detrás de las piernas de su madre —Oye no, yo no quería asustarte —traté de acercarme, pero ella se escondió más.
Anna le indicó a la niña que se sentara en el sofá mientras nosotras charlabamos, ella asintió con su cabecita y salió disparada a la sala.
—Mira, lo que sucede es que, Angie es una niña especial y no quiero que nadie le haga daño a mi pequeña, por eso he ocultado su existencia —desvió la mirada haciéndome creer que eso no era todo.
—¿Por qué? —me crucé de brazos.
—Elsa, mi niña no es normal. Cuando quedé en embarazo el doctor me dijo que era de alto riesgo y que no era posible que pudiera llegar a desarrollarse por completo y que si nacía, nacería enferma —hizo una pausa e inhaló por la nariz —Y así fue, Angie nació con un desorden genético y una alteración en su ADN. Hasta el momento no hemos dado con la razón exacta por lo que tiene esto.
Miré de reojo a la chiquilla. Cómo es que siendo tan pequeña ya esté pasando por una enfermedad rara. Estaba jugando con un adorno de la mesa, y una sonrisa se pintó en mis labios al ver cuán tierna es.
—Hermana, de verdad lo siento. Siento no haber estado contigo en estos momentos de crisis, pero sé que todo estará bien. Tu niña es única y entiendo que quieras protegerla, pero por favor, no vuelvas a decir que de mí. Es mi familia y me da mucho gusto verlas, a las dos. No te voy a negar que me llevé una gran sorpresa; sin embargo, tu estadía aquí me ayudará a estar mejor. Porque, te quedarás ¿verdad? —su rostro se contrajo en una mueca.
—Verás, he venido porque quiero que te quedes con ella un par de meses.
—¿Qué? —dije atónita.
—En Francia sus compañeros de escuela la trataban de niña rara y pensé que aquí todo sería diferente —mi ceño se frunció por el desconcierto.
—Yo la veo como una niña común y corriente. No tienen por qué tacharla de esa forma.
—Tú aún no entientes —mencionó desesperada —Angie posee una habilidad anormal. Te mostraré —llamó a la niña y ésta corrió hacia su madre —Cariño, muéstrale a tu tía lo que puedes hacer ¿sí?
—Ven, acércate —me ordenó con voz dulce. Di dos pasos vacilantes, dudando de lo que pueda suceder —No temas.
Ella hizo un movimiento con su mano para indicar que me arrodillara. Dudé al principio, pero sus ojos azules me hicieron sentir relajada, así que me arrodillé ante ella. Angie subió las mangas de mi chaqueta y descubrió las vendas de mis muñecas, me hizo una mueca desaprobatoria, luego me quitó la tela y dejó al descubierto mis marcas.
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Monstruo
RandomLa ciudad de Seattle no es segura ahora, los ciudadanos evitan a toda costa, salir en las noches.Temiendo encontrarse con el monstruo de ojos dorados. -Nunca podré ser lo que las personas quieren que sea, solo soy lo que ves, un ser que no sabe sent...