Capítulo 20

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Jack

Después de quitarme ese maldito chip. Tomé camino, dejé que el viento me llevara. No sé a donde ir ahora. Solo me queda vagar por ahí, como hace unos días.

La noche me acompañó, el frío fue mi mejor amigo, la oscuridad mi aliada y las calles, mi refugio. Cada paso que daba, trasladaba mi mente al pasado, uno en el que estaba confundido, más que ahora, uno en el que no sabía que hacer.

Mi instinto asesino está apagado en el día de hoy, aunque suene raro, no deseo matar, solo pensar. Pienso en lo que recordé, en lo que dijo ese hombre, y en el futuro incierto que me depara.

Veo a lo lejos a una mujer correr a gran velocidad, asustada y con la ropa rota.

—¡Ayúdeme, han querido violarme! —sujeta mis brazos con fuerza, tiembla y llora.

—¿Y qué espera que le diga? —la miré fijamente, su cabello es rojizo, sus ojos verdes y piel blanca. Alejé sus manos de mí.

—Que me ayude —suplicó. Por lo que veo no entendió mi pregunta, está en shock.

—Llame usted misma a sus verdaderos héroes, los de traje azul. Los policías —di media vuelta —yo no soy el indicado para ayudarla, es más yo no le ayudaría ni a mi propia madre —quien no conozco.

—Es usted un ser sin corazón —golpeó mi pecho.

—Es mejor que siga corriendo, ahí viene su perseguidor —volteó, sus ojos se abrieron como platos cuando vio a un sujeto con un cuchillo en mano.

—Dios le hará pagar lo que ha hecho —dijo antes de salir corriendo.

Yo seguí caminando como si nada hubiese pasado. El hombre, anteriormente mencionado, chocó conmigo, pero no hice nada al respecto, él me vio, seguro pensó que me iba a dar miedo su cuchillito, pero no.

Al ver que yo no pensaba hacer nada, me empujó y continuó corriendo tras la mujer.

Poco después, escuché un grito desgarrador. Es más que obvio que fue de mujer. Que descance en paz la desdichada.

La madrugada ha llegado, el sol se está poniendo y yo sigo aquí, sin saber que hacer con mi pútrida vida.

Siendo las siete de la mañana, las personas transitaban con tranquilidad, en el día se sienten seguros, pero en la noche, nada es lo que parece.

Veo niños correr por la vía peatonal, con sus muchilas y uniforme de colegio, uno de ellos se estrella contra mí.

—Lo siento señor —no pude evitarlo y le mostré mi horrorosa cara, él salió corriendo y gritando. Reí.

Mi estómago empezó a sonar, pidiendo alimento, es la primera vez que lo hace.

Le robé la billetera a un hombre mayor. Él ni siquiera se dio cuenta, ya que utilicé mi velocidad para conseguirlo.

Entré a un restaurante, pedí una comida rápida mi estómago lo agradeció. Me quedé un tiempo ahí, pensando y comiendo como una persona normal, cosa que nunca he sido.

En las últimas noticias, un robot de procedencia desconocida, atacó el parque del norte de nuestra ciudad. Muchos heridos y pocos muertos. Afortunadamentegiro mi cabeza y veo el televisor del negocio, están presentando las noticias. La reportera cuenta con detalles lo sucedido.

MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora