•Aberración•

1.3K 138 62
                                    

Viernes, 5 de octubre
12:26 p.m.

Rin POV

Las palabras de Len habían causado una guerra mental que era incapaz de concebir. El miedo, la inseguridad y el ingenuo deseo de confiar se mataban en mis adentros.

Rin- Eres un desgraciado.

No mentía, era un desgraciado que había llegado solamente a torturarme.

Rin- Cochino de mierda...

Dolió llamarlo así, era nostálgico. Mas el irritante sonido de caos en mi interior no me dejaba tranquila. Lo odiaba demasiado, tanto que no lograba formularlo en palabras. Mi vida entera se había arruinado, y por si fuera poco, él solo lograba recordármelo.

Detestaba la manera tan fácil en la que me incitaba a creerle. La habilidad en enredarme como tremenda estúpida y embelesarme con algo tan horripilante como lo es un hombre.

Rin- Eres cruel, ¿lo sabías? Un mismísimo tonto que juega a ser inteligente.

Sí, era cruel. Demasiado. En tan solo unos meses había logrado todo aquello que no había logrado nadie en mis diecinueve años, ni siquiera yo misma. Quebrantó todas mis perspectivas, derrumbó esquemas y cuestionó mi propia visión de vida. Lo odiaba a él, y me odiaba a mí misma por querer creerle. Los hombres son horribles. Te lastiman y son asquerosamente egoístas. Daban miedo.

Pero el ver su rostro desesperado y su molesta insistencia en acercarse me hacía flaquear. Yo era una malhablada, una grosera anti-morbo que no lo soportaba, ni a él ni a nadie que cargara con ese repugnante saco en su entrepierna.

Y él jugaba, claro que jugaba. Eso quería pensar. Palabras tan profundas eran simplemente imposibles de ser reales.

Len- ¡No estoy jugando a nada Rin! -gritó mientras sujetaba mi mano y se levantaba de un impulso-. ¿Bromeas? ¿Es eso lo que verdaderamente piensas de todo lo que te dije?

No, no lo es...

Len- ¡Me harta!

Yo...¿le harto?

A mí también me hartaba, nos hartábamos como locos. Pero....

Tú...

No me hartas de verdad.

Rin- Si te harto tanto déjame de una buena vez.

Déjame, no me confundas más. ¿Qué no ves que esta retorcida se está embobando? No quiero volver a confiar. No saldré lastimada, no otra vez.

Len- Eso nunca -dijo y tiró del pecho de mi camisa, acercándome bruscamente pero con cierta moderación-. Me harta quererte -susurró en su último aliento mezclado con el mío y me besó.

Pero todo fue tan rápido y repentino que quede helada, sorprendida y consternada por su confesión.

¿Quererme? ¿A mí?
Pero si yo soy un desastre.

No, no podía quererme. Eso dicen, pero solo buscan algo más. Ellos mienten, mienten tan descaradamente que eres capaz de creerles.

Su beso era fugaz, podía sentirlo. Y sus manos en su cuello no acaban por repugnarme. En cambio, yo solo quería que permanecieran siempre allí.

¡Aléjate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora