•Cursi•

1K 110 102
                                    

Miércoles, 31 de octubre
9:47 p.m.

¿Saben lo incómodo que es besar a alguien que te mira con los ojos abiertos?

¿No? Bueno, yo acabo de pasar por eso. Les digo para que tengan una idea.

Es horrible.

Len- ¿R-Rin?

Yo había cerrado mis ojos, realmente lo había hecho. Pero a la par de segundos los nervios me invadieron. Había actuado demasiado impulsiva, y sus labios aún sellados me lo habían confirmado.

Y cuando los abrí lo vi ahí, con ojos de pescado congelado.

Me separé de él inmediatamente, con incluso algo de vergüenza atacándome. Nos quedamos callados, y el silencio hizo que mi situación fuera aún más difícil.

Maldita corriente que impulsó mis pies.

Rin- Perdón. -Fue lo único que fui capaz de contestar. Y en busca de su reacción levanté la vista, mezclando así mi mirada con la suya.

Y quien diría que me encontraría con un Len todo ruborizado.

Len- ¿Por qué te disculpas? -preguntó saliendo de nuestro cruce de miradas, pues había desviado la suya completamente. Yo tardé en contestar, no sabía qué diablos decir.

Rin- Bueno...salí tan de repente y -Pausé. Repito: ¡¿Qué demonios se supone que diga?!- Te sorprendí, imagino que no querías que...

Y volví a callar. Nervios, inseguridad y vergüenza es una terrible combinación para cuando quieres hablar.

Rin- ¿Qué estas haciendo? -pregunté con mis nervios comenzando a esfumarse al sentir risas aproximándose. Se había agachado a mi altura, incluso lo noté algo cerca. Y era cómico, parecía incómoda su posición.

Len- E-Esperando que...me beses.

Uff, si hace un rato fue taquicardia, creo que ahora voy a infartar. En serio, necesito un cardiólogo urgentemente.

Rin- Ay, ya. ¿Y te me vas a quedar mirando con ojos de pescado en refrigerador?

Ups, se me zafó.

Él me miró extrañado unos segundos, luego comenzó a reír volviendo a su postura original y yo no aguanté, me contagié. Sorprendentemente fue una risa tranquila, hasta algo linda me atrevería a decir. Era la primera vez que no parecíamos unas marmotas.

Len- Bésame ya, mujer -dijo una vez sus risas habían comenzado a calmarse, yo lo miré dudosa mientras mis manos se empuñaban inconscientemente.

Rin- Si no cierras los ojos, el cactus te va -musité enganchando mis manos en su cuello y, antes de que mis labios alcanzaran los suyos, los de él lo hicieron.

El muy condenado se me adelantó, y justo cuando sentí nuestras bocas comenzar a moverse en sincronía y lentitud, abrí diminutamente mi ojo izquierdo.

Reí entre el beso. No tendrás cactus, amor.

Len- Me sorprendió que hayas tenido iniciativa -susurró en voz ronca, sin siquiera alejarse un centímetro, continuando espléndidamente su labor.

El estómago se me revolcó. Y no de la peor forma, sino todo lo contrario. Ah, entonces fue eso.

A mí me sorprende lo mucho que me gusta besarte.

Mis manos se enredaron en su cabello, y de un momento a otro tiraron de él al sentir cómo Len paseaba sus manos por toda mi espalda, de arriba a abajo hasta quedar presas en mi cintura. Esto no era malo, era lo mejor que podía estar viviendo.

¡Aléjate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora