•Corriente•

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Miércoles, 31 de octubre
6:34 p.m.

Rin POV

Volvió a colocarse la máscara. Y unas sensaciones tan explosivas se encendieron dentro de mí, que creí imposible estar viviendo tal cosa.

La pista se había abierto para nosotros, y podías sentir la atención de todos señalándonos. La música parecía sonar más despacio, y aunque el silencio era palpable, solo hacía que el momento fuera más perfecto, más mágico.

Si hace unos meses me enseñaran una historia donde yo viviera esta escena, me le reiría en la cara a la autora por ilusa.

Pero estaba pasando, realmente estaba pasando.

Los pasos se movían al ritmo de la melodía, sintiendo el sutil encaje de nuestras figuras meciéndose suavemente entre el espacio luminoso y vacío. Ninguno podía quitar la vista del otro, era como si a través de esta torpe danza quisiéramos decir más que lo que nuestros cuerpos y bocas selladas ya decían. 

No podía ver totalmente su rostro, pero eso lo hacía todavía mejor. La sensación de estar con alguien desconocido al que conoces tan perfectamente, la atracción innegable para con ese ser delante de ti, jugando a ser un extraño bajo una máscara que guarda las convivencias, los sentimientos.

No sabía que era capaz de sentirme así.

Len- La pieza se acaba -susurró a mi oído en voz ronca.

Joder...no va un mes y ya escuchar tu voz me estremece.

Rin- Lo sé.

Len- No quiero que acabe.

Rin- Yo tampoco.

En ese justo momento me dió la vuelta. Todo parecía parte del baile, pero yo sabía que esas manos apresando mis caderas junto a su pecho tan unido a mi espalda no era necesario.

Pero era innecesario para el baile, no para mí.

Len- Debo irme.

¿Cómo te digo que quiero que te quedes conmigo?

Rin- Entonces suéltame.

Sus manos permanecieron estáticas en mi piel durante unos segundos, y al ver que mis caderas continuaban el lento ritmo despreocupadamente comenzó a apartarlas.

Len- ¿Rin?

No sé qué carajos hacía, pero mi mente o cualquier sentido de lógica no era precisamente lo que me guiaba.

Rin- ¿Qué? -pregunté nerviosa. Me sentí idiota, intentando evadir el tema como si pudiese.

Era más que obvio el porqué me había llamado, y aún así no quería confesarlo.

Len- Si me aguantas las manos no podré soltarme de ti.

Le daba la espalda, pero sentí su aliento chocar en mi cuello e imaginé perfectamente su sonrisa. Seguro de divertido, seguro con una pizca de chulería y coquetería.

Rin- Podrías liberarte, eres más fuerte que yo.

Eso no es lo que quiero decir.

Len- Lo sé. ¿Pero es eso lo que deseas?

Rin- ¿Por qué no me dices lo que deseas tú?

Me dió la vuelta nuevamente, quedando ambos frente a frente. Sus manos subieron a mi cintura, y la contrajo de tal manera que ambos cuerpos se rozaban con delicadeza. Maldito, eres un experto en seducción.

¡Aléjate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora