Rin- ¡Carajo!
Estaba en la camilla del hospital, sentada frente a Luka mientras ella, con una toallita de algodón, pasaba alcohol por mi mejilla.
Luka- ¿Pero es que para qué provocas a la gente, mujer?
Rin- ¿Estas diciendo que esto ha sido solo culpa mía?
Luka- Pues sí.
Me mantuve callada tras la respuesta de Luka, no quería darle la razón, pero tampoco podía quitársela. El ardor en mi mejilla se hacía cada vez más punzante, y yo solo tensaba mi mandíbula por no salir gritando y hacer un escándalo en pleno hospital.
Gumi- ¿Crees que te despidan? -preguntó la peliverde en tono preocupado.
Rin- No lo sé Gumi, no lo sé. Pero tampoco quiero pensar en eso -respondí de mala gana-. ¡Mierda! Luka, sé más gentil, por favor.
Gumi- Rin, ¿por qué demonios intentaste resistirte? Si era obvio que terminarías golpeándola para atrás. Solo conseguiste que te dejara así.
Nuevamente me quedé en silencio. La respuesta no era algo que quisiera decir en voz alta. Di un largo suspiro, el alcohol en unas cortadas puede arder como los mil infiernos.
¿Que por qué me resistí? No sacaba nada bueno de eso. Resistirme ante ella era lo mismo a aceptar una humillación. Y qué dramático sería ponerlo de esa manera, pero juro haberme sentido humillada con su osadía al abofetearme como si fuera un títere y gozarlo con aquella sonrisa retorcida, mientras yo en silencio aguantaba el dolor de sus golpes. Quedar sumida ante su poder, un poder tan miserable para colmo, era impotente y a su vez sofocante. Fue sentirme ridícula esos cortos segundos en donde le permití pisotearme, a ella, que debía ser la pisoteada.
Era no solo soportar el ardor de estas jodidas toallas de alcohol, era darle el gusto, era rebajarme. O así lo veía yo. Quizás por orgullo, o quizás por dignidad.
Definitivamente no ganaba nada con eso. Tal vez.
Luka- Bien, deberás aplicarte esta loción para la inflamación -dijo retirando las gasas y caminando hasta su escritorio para buscar aquel fármaco-. Úsalo durante al menos una semana, ¿vale? Puede ser una vez al día.
Me levanté de la camilla y en seguida Gumi me alcanzó. Reí, me trataba como si estuviera inválida y apenas tenía media cara hinchada.
Rin- Gracias, Luka. Y nada de esto a Len, y tampoco a tu novio, que es lo mismo que decírselo al rubio.
Luka sonrió ante el comentario y yo no tardé en salir por la puerta. Hoy sería un día lento y soso, no había trabajo y en la universidad hace unos días me había dado de baja. Tenía mis razones.
Rin- Entonces...¿cine casero? -pregunté de repente a mi amiga mientras caminábamos en dirección a mi casa. Ella asintió con la cabeza mientras sonreía.
Gumi- Cine casero -afirmó.
Habíamos dado unos pasos en silencio mientras nos acercábamos a nuestro destino. Andar con Gumi y sin un tema de conversación era ya extraño, y lo era más en circunstancias como estas. Normalmente la callada era yo, mientras la peliverde forzaba alguna plática. Pero esta vez los papeles se habían invertido: yo hablaba y ella estaba ida, ajena.
Rin- Gumi, ¿sucede al-?
Gumi- Es la primera vez que te veo aguantar más de tres golpes sin hacer nada.
Ah...
Rin- Supongo -respondí encogiéndome de hombros.
Gumi- Y es la primera persona que siento debías devolverle el doble de lo que te hizo.
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¡Aléjate!
FanfictionQué irónico sería juntar a esos dos rubios, él odiando a las mujeres, y a ella repugnándole los hombres. Ambos retorcidos, groseros y malhumorados. Sin duda, una pareja peculiar y abominable. -Nunca hemos hecho una buena combinación, ¿pero acaso n...