•Iugh•

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Jueves, 17 de mayo
10: 49 a.m.

Len POV

Rin- Hasta aquí esta bien.

Len- ¿Estas loca? ¿Irás hasta tu casa cargando esa llanta?

Rin- ¿Algún problema?

Len- Tus pocos atributos se te van a caer hasta los tobillos. -Reí, ni siquiera la conocía, pero estaba seguro de que ese comentario la enfadaría como nada.

Rin- Que cerdo de verdad, vete ya, mejor caídas que violada por un cochino. -Su gesto era de asco, que impredecible de una mujer pero que cliché de ella.

Len- O te montas o te monto. -La miré con sonrisa pícara tras abrir mi puerta del auto, sabía que la había puesto en un aprieto.

Rin- Agh, quién me manda a pedirle un favor a un cochino.

Len- ¿No te cansas de insultarme?

Rin- ¿Qué dijiste, cochino?

La miré con fingida cara de enfado, juraría que una tenue sonrisa apareció en su rostro. No lo niego, me puso momentáneamente nervioso, solo era algo que no me esperaba. Y es que hasta ahora vengo a percatarme de lo bonita que es su sonrisa. Definitivamente no va con su actitud gruñona.

Len- Ay que infantil me salió -suspiré.

Rin- Mejor infantil que cochino.

Len- ¡Y dale!

El vendedor de la gomera nos miraba extraño, probablemente porque parecíamos unos críos discutiendo. Rin al parecer se percató de la atención que llamábamos, se giró y le pagó el precio de aquella llanta que me había sorprendido al ser de una motora.

Entonces nos dirigimos a su casa, realmente no conversábamos de nada, lo único que se escuchaba eran las direcciones que ella me daba y uno que otro asentimiento de mi parte. Antes de darme cuenta habíamos llegado, realmente vivía un poco lejos, ni siquiera sé cómo se le ocurrió ir de la gomera hasta aquí caminando. Estacionamos el auto frente a la acera y en seguida me dispuse a bajarme.

Rin- ¿Qué estas haciendo?- dijo desabrochándose el cinturón. Su ceño se frunció, aunque no sabría definir si era molestia, confusión o temor. Quizás era las tres.

Len- Santo, que solo quiero ayudarte a montar la llanta.

Rin- No hace falta.

Len- Oye, no quiero que ensucies tus delicadas manos.

Rin- Iugh, parale ahí.

Len- Iugh la mugre de la goma.

Rin- Iugh tu cara.

Len- Iugh tus atributos caídos.

Rin- Iugh tus Twinkies.

Len- Iugh tus papitas.

Rin- ¡Con mis papitas no te metas! ¡Iugh tu Ferrari!

Len- ¡Y tú con mis Twinkies! ¡Iugh tu motora chappie-chappie!

Rin- Iugh tu falta de conocimiento, esta motora es una Yamaha, de las más conocidas tonto. -Sonrió victoriosa, ¿pero qué clase de chica sabía de las marcas de motoras? No, ¡¿qué clase de chica cambiaba una llanta justo como comenzaba a hacerlo ella ahora mismo?!

Len- Qué poco femenina.

Rin- ¡Gracias!

Len- Aunque tiene su encanto... -musité en tono serio y suave.

¡Aléjate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora