•Reto•

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Jueves, 11 de octubre
11:49 a.m.

Rin POV

Len- Estómago de bestia.

Sonreí, recuerdo haber escuchado eso antes.

Rin- Flacucho desnutrido.

Ya habíamos ido al fast food, y ahora estábamos en una cafetería del área. Yo quería mis papitas, y la gasolinera quedaba muy lejos.

Kaito- A ver, ¿siempre se llevan así? -preguntó divertido el peliazul, era empleado de aquí y por lo que Len me dijo, viejo amigo de él.

Len- Creo que los insultos suelen ser peores, ¿no es así anti-morbo? -pregunta dirigiendo su mirada antes puesta en su amigo hacia mí.

Rin- Finalmente de acuerdo contigo en algo, cochino.

Kaito- Wow -suspiró y retiró nuestra basura.

Bueno, mi basura.

Sobre nuestra mesa yacían tres paquetes vacíos de papitas, y dos latas que ya no contenían su gaseosa. Eso lo había consumido yo, luego de mi hamburguesa agrandada con papas agrandadas y bebida agrandada.

Al parecer de todos este sería un día normal. Al parecer mío, anormal por tanta normalidad, ¿sí me explico?

Bien, sucede que en hace menos de veinticuatro horas, había tenido una conversación normal con Len en el hospital. Y me dió un beso normal. Y accedí a salir con él normal. Y compartía con él normal.

Demasiada normalidad, ¿no creen?

Fue como si de repente las cosas cambiaron sin darnos cuenta. Como si yo hubiese bajado la guardia y antes de siquiera percatarme, ya lo tenía como chicle pegado y lo permitiera, acostumbrándome naturalmente a su presencia. Como si estar con él fuera lo más ordinario del mundo. Como si ahora actuara como una adulta normal, haciendo que un casto beso sea un gesto usual en nosotros, y las conversaciones serenas fluyeran sin proponérnoslo. Estar con él era una especie de rutina de la que no te cansas, una monotonía que ansías sea eterna.

Era un día sumamente normal para un humano normal. Y Len me dió la oportunidad de disfrutar tal cosa.

No te lo diría en voz alta, pero gracias.

Len- Me cago en su puta madre.

Y ya decía yo que el día iba muy normal.

Kaito- ¿Qué hace ese manganzón aquí?

Len- Reventándome las pelotas, ¿qué más?

No sabía de quién hablaban, pero por el tono resentido de Len y las palabras que tanto él como el peliazul emitían, podía prever que no era un sujeto muy estimado por ellos, y que algo no andaba bien. Así que giré mi cabeza al esta darle la espalda a la puerta de entrada y lo vi.

Era el primer ministro de Japón, aplausos por favor.

Rin- Ay, quiero cagar.

Kaito- No creo que haya sido por la salt de las papas que te comiste.

Rin- ¿De cuándo a acá la salt es fibra? -pregunté con el ceño fruncido pero con deseos de reír a la vez, provocando que mi gesto fuera algo raro y desagradable-.  En todo caso por la combinación de todo lo que me comí. Y ambos sabemos que tampoco es por eso.

Len- Tranquila, yo no comí la mitad de lo que tú te comiste y tengo exactamente los mismos deseos de cagar.

Kaito- Tanta cafetería y el mamón se decide por esta -suspiró quejándose y yo con un chasquido apoyé su comentario.

¡Aléjate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora