•Conocerla•

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Lunes, 27 de agosto
3:11 p.m.

Len POV

Fui corriendo a la cocina tras escuchar el sonido del caldo hirviendo en la estufa. No lo niego, estaba nervioso, en mi casa nuestra comida siempre ha sido preparada por la criada, por lo que mis dotes culinarios no han sido muy desarrollados.

Y aun así aquí me encontraba, haciéndole unas sopas de verduras a la anti-morbo esta que se había ausentado tras coger un resfriado. Al ver que el contenido mostraba una apariencia prudente y hasta apetecible, apagué el fuego y le serví una mediana ración a la enferma.

Me acerqué suave y sigilosamente hasta el sofá donde se encontraba descansando. Aún con la bandeja de comida en manos, me quedé inmóvil frente a ella observándola. Solo quería saber su estado, eso era todo.

Quizás.

Estaba profundamente dormida, con la respiración algo fatigada y los labios tenuemente pálidos. Sudaba...quizás la fiebre era la responsable de ello, pero era tentador. Se veía tan débil, tan indefensa, que era casi inevitable el alboroto que se producía en mi interior.

Coloqué la bandeja en la mesa de centro que se hallaba frente a ella y me senté en el suelo dispuesto a admirarla con más calma. Inconscientemente pasé mi mano por su mejilla, la cual ardía como loco. Miré mi reloj, 2:30 p.m., ya podía volver a darle el medicamento.

Pero se veía tan adorable, esta imagen solo podía apreciarla cuando dormía, pues cuando despertaba era totalmente distinta, ¡el demonio! Un lindo y molesto demonio.

Recargué mi codo sobre el poco espacio que quedaba libre del mueble y coloqué mi barbilla sobre mi mano, provocando que mi rostro quedara bastante cerca al suyo. Una sonrisa se apoderó sutilmente de mis labios, pero al ver cómo la rubia comenzaba a moverse lento me levanté desesperado a buscar el fármaco.

Fui donde ella tras encontrarlo y enterré suave mi dedo en su mejilla algo rojiza para despertarla.

Rin- ¿Len..?- preguntó bajo con su rostro todo adormilado.

Len- Te hice de comer, anda, para que puedas tomarte la medicina.

Rin- No tengo hambre.- dijo y se volteó en el sofá dándome la espalda, ya ni siquiera me molestaba, me parecía más infantil.

Len- No te pregunté eso, debes hacerlo y punto.

Rin- No me mandas.- dijo esta vez volviendo a mirarme y me sacó la lengua, para darme la espalda nuevamente.

Len- Saquearé tu cuarto si no comes, y puede que encuentre tu ropa interior.-
dije amenazándola con tono pícaro tras pasear mis dedos por su brazo.

Rin- volteó a verme con sus ojos tremendamente abiertos.- Eres un cochino, ¿por qué viniste?

Len- Venía a violarte pero te veías tan anti-morbo que se me pasó.

Rin- ¡Jaah! ¿Y por qué sigues aquí?

Len- Pretendo curarte para que no te veas tan anti-morbo y pueda entonces hacerlo.

¡Aléjate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora