Love me or hate me ; Jenlisa

«Introducción»

Lisa siempre fue muy observadora.

A la edad de 8 años entendió lo que la gente quería oír al darse cuenta de cómo su madre calmaba a la abuela diciéndole que todo estaba bien cuando claramente no lo estaba.

Su pequeña cabeza inconscientemente aprendió a decir lo que las personas querían escuchar, dando a resultado a que fácilmente se abrieran a ella.

Y con el paso del tiempo, siendo esto jodidamente aburrido para ella.

Conforme fue creciendo, la gente entraba y salía de su vida al ver que ella perdía el interés por ellos, esto no era raro para ella, ya lo había aceptado, pero su confusión fue grande al ver que una persona no lo hacía.

Rosé no se iba.

Aquella niña la cual cantaba con entusiasmo en el coro de su escuela, sus pequeños puños apretados a la hora de hacer esto. Un día, con una sonrisa ausente de dientes se acerco hacia Lisa tímidamente, preguntándole si quería jugar con ella a la hora del recreo.

A lo cual solo sonrió y soltó un decidido: sí

Desde ese entonces, su amistad fue creciendo, y las cosas que compartían también.

Y esto no molesto a Lisa, ya que rápidamente las tardes aburridas ya no eran así, como también los problemas que la pelirroja tenía ya no solo eran de ella, sino que también de la pelinegra. Eso hacía que las entrañas de Lisa se calentaran un poco.

Conforme pasaban los años, la llegada de esa época donde todo se volvía complicado y las emociones eran imposibles de controlar entro a la vida de ambas adolescentes.

Algo que emocionaba de sobremanera a Lisa, pero lastimosamente después de un tiempo descubriría que no sería igual de divertido para ella que para Rosé.

Las tardes soleadas eran una excusa perfecta para que Lisa y Rosé miraran películas repetidas en la tele abierta. Ubicadas en el cuarto de la pelirroja, su mejor amiga hablaba de cómo su compañero de banca hacía que su corazón latiera con fuerza, y lo único que Lisa podía hacer ante esto era comer grandes cantidades de palomitas con demasiada sal, con su mirada fija en el televisor y su mente rogando para que el siguiente año escolar pase algo que hiciera latir su corazón con fuerza.

Lisa (no) se arrepiente de haber pensado eso.

***

El ruido que sus compañeros provocaban que el cerebro de Lisa se negara a trabajar, la información que salía de sus bocas no era nada importante por lo cual era velozmente desechada, miró impacientemente el reloj en su muñeca.

«Debió haberse quedado dormida hasta tarde» pensó.

Sin embargo, llegando con su suave y largo cabello, acompañado de un caminar calmado, la pelinegra ingresó a la habitación, llamando solo la atención de Lisa, quien le ofreció el asiento de su derecha.

―Pensé que no vendrías.

Solo rió y se sentó a lado suyo.

―Mamá me mataría si falto un solo día, ya la conoces.

―Y claro que lo hago―dijo con fanfarronería provocando una risa suave de su mejor amiga, quien la golpeo en el hombro mientras negaba con una sonrisa en el rostro. La madre de Rosé siempre fue estricta respecto a su hija, y Lisa era demasiado consciente de ello, ya que había convivido con ella casi toda su vida.

Ambas se tomaron su tiempo para discutir lo que harían este año, era una tradición para ellas plantearse objetivos cada principio de ciclos, los cuales consistían desde temas académicos como amorosos.