26.- Visitante

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Desperté, no sabía dónde estaba hasta que abrí por completo mis ojos, era la habitación de Damon, pero ¿Cómo había llegado allí? Miré a mi alrededor, no estaba el moreno, suspiré de alivio hasta que escuché un quejido venir de la planta baja, caminé lentamente, con cautela, podría ser Klaus que había regresado al ver que le habían mentido o incluso Rebekah teniendo un berrinche colosal

-¿Qué te pasó?-pregunté al ver a Damon atado a una silla, sangrando

-Stefan y sus bromas-se quejó, traté de ayudarle, pero era virtualmente imposible, tenía que encontrar una llave o incluso una palanca, miré al suelo, estaba el anillo solar del moreno, lo levanté

-Dame un segundo-pedí, me iba a mover pero vi a Stefan en una esquina

-Ustedes tienen extrañas manías-se burló, me puse en posición de alerta

-Tus juegos no me interesan-murmuró el moreno, se veía débil, estaba sangrando mucho

-Yo no lo hice-se acercó el menor, fruncí el ceño confundida-Déjame ayudarte-arrancó una de las ataduras sin esfuerzo-Si van a jugar, al menos procuren no perder las llaves-dijo riendo mientras se iba, terminé de ayudarlo, la cortina se abrió sola mientras terminaba de ayudarlo, busqué el anillo y se lo puse, pero su piel estaba quemada

-¿Estas bien?-pregunté preocupada

-Necesito sangre-susurró cuando pudo moverse-¿podrías ir por una bolsa de sangre?-negué con la cabeza

-Bebe de mí-hice mi cabeza hacía un lado para mostrar mi cuello

-No, solo una bolsa-estaba débil, más de lo que había pensado

-No seas necio, hazlo-sin mucha resistencia, encajó sus colmillos, sentí la sangre fluir por unos segundos mientras él se alimentaba-¿estás mejor?-cuestioné cuando él se detuvo

-No, pero si sigo bebiendo voy a matarte-se levantó del suelo-iré por unas bolsas de sangre-dio un paso al frente pero luego regresó, mordió su muñeca-si no lo haces seguirás sangrando-asentí y bebí un poco, después se marchó al sótano para alimentarse mejor-Muy bien, vamos-fruncí el ceño, pero antes de poder preguntar terminó su oración-primero a tu casa a que te cambies, después buscaremos a cierta bruja que está haciendo las cosas mal

Caminé detrás de él, hasta su auto, donde subimos, entramos a mi casa, habían movido las cosas, había un equipo con pesas en el centro y ni siquiera se habían molestado en guardar las armas, había estacas tiradas por todo el suelo, las ignoré, entre a mi habitación, me quité la ropa que traía, sentí una mirada, me giré para encontrar al moreno mirándome desde la puerta

-¿Necesitas algo?-pregunté con sarcasmo

-Solo estoy viendo-solté una carcajada

-Fuera-le di la espalda, sentí sus manos en mi estómago, su pecho pegado a mi espalda, su aliento chocar contra mi oído

-No estoy viendo nada que no haya visto antes-quería soltarme, decirle que no jugará conmigo, que sabía que ocurría algo entre él y Elena, pero me congelé, no podía moverme o no quería hacerlo, la hoguera que se había creado un día antes, la cual pensé que se había extinguido, volvió a encenderse en cuestión de segundos. Un ruido de algo cayendo me hizo brincar, él se giró por instinto hacía afuera

-¿Puedes ir a ver?-pregunté, él asintió, salió, lo miré desde el marco de la puerta

-Un vaso-dijo se acercó a mí con un par de vidrios rotos-será mejor que dejemos esto para otro momento-se alejó de nuevo-apresúrate-murmuró antes de salir, solté el aire con fuerza, regresé a mi armario.

Evelyn SaltzmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora