Evelyn Saltzman

35.- Regreso

Después de la oscuridad, no esperaba sentir, la muerte debía ser así, ¿no? indolora, insensitiva, pero no, estaba allí, tomando aire con desesperación, abrí los ojos en cuanto sentí un par de brazos sujetándome con fuerza, creí que era Esther, asegurándose que hubiera muerto, pero el olor a Bourbon y cuero me tranquilizó, sentí algo caer en mi cabeza, lo miré, eran lágrimas las que salían de sus ojos, pasé mis manos por su cuello, le di un rápido beso en la mejilla, saboreé aquel salado líquido que se deslizaba desde sus ojos.

-Tranquilo Damon-sonreí de lado-estoy bien-tomó mi rostro entre sus manos, me besó con necesidad

-¿Porque hiciste eso?-murmuró sobre mis labios

-Esther manipuló mi mente-tomé aire-dijo que era un estorbo que tenía que desaparecer-él frunció el ceño, una idea se instaló en su mente

-¿Estás en transición?-tragué saliva

-No he bebido la sangre de Klaus...-entonces el recuerdo de una copa de champagne con un extraño sabor, respiré profundamente-Matt me dio una bebida, sabía raro, supongo que Klaus...-me detuvo con un rápido beso

-Recuérdame agradecerle a ese desgraciado y a Donovan-solté una risita-ven-me levantó en sus brazos

No me dejó separarme ni un centímetro de él, su necesidad era notoria, era incluso lógico, literalmente me había visto muerta a penas unos minutos atrás, en sus ojos había una pregunta que jamás sería dicha y algo vio en los míos que le dieron la confirmación, cosa que lo hizo continuar besándome con pasión, en algún momento me arrancó la playera que cubría mi cuerpo, sus labios bajaban lentamente por mi cuerpo, me ayudó a quitarle el saco y la corbata la apreté un par de veces en su cuello antes de quitársela por completo. 

Mi cuerpo se había encendido por completo, sin tregua alguna, pero no iba a detener el fuego, dejaría que me consumiera lentamente cada vez que sus manos acariciaban mi cintura, o sus labios rozaran mi piel, cada segundo que el calor de su cuerpo se transfiriera al mío. Después de un rato, solo éramos nosotros...

El sol estaba saliendo cuando el cansancio nos venció por completo, me acosté boca abajo, con el moreno sobre mí, acomodó su cabeza en mi espalda, pude sentir como su respiración iba de agitada a pausada, me arrulló hasta que dejé que el sueño me venciera. Un sonido me sacó de mi ensoñación, era molesto pues llevaba un buen rato sonando, el peso sobre mí desapareció por completo, agudicé mi oído pues era obvio que trató de hablar en voz baja

-¿Qué?-respondió él, hubo una pausa-lo siento, estoy ocupado-lo vi apretar la mandíbula-yo lo superé, ¿y tú?-colgó el teléfono, lo lanzó lejos de donde estábamos, estaba casi segura que se había desarmado en un millón de piezas, se acomodó junto a mí, me moví para quedar más cerca de él, puse mi cabeza en su pecho

-¿Estás bien?-pregunté sin saber si estaba segura de querer oír la respuesta

-Estoy pensando-su voz resonó en su pecho-tenemos que pedirle sangre a Elena, para que termines la transición y puedas irte-me senté de golpe en la cama, para verlo, no se veía titubeante, ¿era en serio?

-¿Quieres que me vaya?-pregunté con un poco de dolor

-No, claro que no-me imitó-pero si la bruja original piensa que eres un problema, no te quiero cerca de aquí para que intente matarte de nuevo-le di un beso en los labios

-Tranquilo, puedo cuidarme sola-sonrió

-Estoy consciente, pero no quiero perderte niña-solté una risita nerviosa

-Te amo-lo besé lentamente, escuché la puerta abrirse, estaba Elena, de pie mirándome fijamente, pero el moreno no lo había notado-¿Elena bebe verbena?-negó con un pequeño quejido provocado por mis manos que acariciaban con cuidado su pecho, sonreí, me levanté con rapidez, mordí el cuello de Elena, una de mis vértebras se rompió, sentí como había terminado la transición, me sentía increíblemente mejor, más fuerte, miré a a la castaña