Un ángel duerme conmigo ✔️

TANNER STRONG

Creemos que mientras más nos dañan, más magia nos quiten, pero la realidad es que la magia nunca se va. Ella sigue en ti, pero con cada golpe se transforma para que en una próxima decepción la herida tarde menos en sanar.

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Hanniel me pide que no vayamos en mi auto. Aún tiene miedo por lo que le pasó, así que vamos caminando hasta llegar a la estación de tren.

Son las cinco de la tarde y la cuidad se llena de luces y letreros luminosos que pintan de colores fosforescentes las calles. Hanniel y yo pasamos justo por uno de ellos y su cara se ilumina de colores amarillos y verdes con franjas blancas. Las veredas están abarrotadas de personas y las autopistas congestionadas. Seguimos a la masa y bajamos las escaleras hasta llegar a la estación del tren eléctrico de la ciudad que está ubicado debajo de la gran avenida central. Aquí la aglomeración es mayor: ejecutivos con maletines en la mano izquierda, un grupo de jóvenes estudiantes que conversan y toman café Starbucks, una mujer embarazada con dos pequeños que sujetan su vestido, dos chicas abrazadas mirando algo en su celular, un vagabundo en el suelo pidiendo limosna. Saco de mi bolsillo un billete y se lo entrego.

Al volverme, sorprendo a Hanniel mirándome con atención.

—Siempre le gustó tu noble corazón.

Le sonrío al saber que habla de Alanna.

—Lo que he hecho no es nada extraordinario —digo. Caminamos hasta una de las bancas más cercanas que está desocupada—. Todos los que tienen la posibilidad de dar, deberían hacerlo. Eso haría un mundo mejor y convertiría un gesto noble, como el que dices que he tenido, en un acto común.

—Pero muchas veces, lo que no es común es extraordinario y maravilloso.

Muevo mi cabeza mientras pienso.

—Puede que tengas razón. Sabes que entendí muchas cosas estos meses. Nunca habrá fuerza más grande que el amor, pero éste a veces puede doler, puedo romperte y transformarte en otra persona.

—¿Tú eres otro?

—No lo sé. Creo que sí. El vacío que hay es demasiado grande para llenarlo.

—El vacío, la sensación de caer todos los días en el mismo abismo, jamás se irá. Cuando se pierde a alguien, ya no se puede dormir por las noches de largo. Te levantas a mirar su cama para ver si está ahí, si ha vuelto y no se volverá a ir, pero te das cuentas que todo se acabó. Que nada volverá a ser como antes —hace una pausa. Toma mis manos entre las suyas. La calidez de su piel me tranquiliza—. A Alanna le gustaría mucho que tú sigas con tu vida, que te des la oportunidad de volver a amar. Que ya no te levantes por las noches a ver su cama vacía.

Le miro sus ojos cristalizados. Sé que ella también ha cambiado, tiene más miedos, su sonrisa es intermitente, su voz es casi un susurro. Cuando Alanna se fue, se llevó algo de Hanniel también.

¿Cuántas veces he pensado en rehacer mi vida? No lo sé. Quizás una vez, quizás ninguna. No cabe en mi cabeza la idea de enamorarme de alguien más, de olvidarme de Alanna, pero tal vez Hanniel tenga razón. Ella me dio una segunda oportunidad para vivir, para seguir, y yo creo que no la estoy aprovechando como debería ser. No sé si pueda.

—No estoy seguro de querer amar a alguien. Tal vez, nunca ame a alguien como la amé a ella.

—No se trata de comparar, se trata de sentir algo nuevo y diferente. Tienes que darte una nueva oportunidad.

—Yo tenía la plena seguridad que ella era el amor de mi vida —suelto. Bajo la mirada al recordarla—. No sé si pueda volver a sentir.

—Ella puede seguir siendo el amor de tu vida. Recordarle no quiere decir que te esclavices a un amor que ya no está. Yo también la extraño y la quiero mucho, pero también he comprendido que tengo que seguir. Tengo que hacer nuevas amigas, así como tú deberías pensar en darle la oportunidad a alguien.