ALANNA BECKER

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El amor me recuerda a las luciérnagas. En la oscuridad brillan con intensidad, pero siempre, siempre esa luz termina apagándose.

[OOO]

Al entrar al bosque, la oscuridad envuelve todo repentinamente. Tengo un mal presagio. Doy grandes zancadas para seguirle el paso al hombre misterioso, pero corre muy rápido y se pierde entre los apretados árboles hasta que no queda rastro de él.

Doy vueltas tratando de encontrarlo, sin embargo, solo veo manchas verdes y castañas arremolinándose a mi alrededor. Siento que pierdo la noción del espacio y el tiempo, porque al entrar, de repente cayó la noche.

Cierro los ojos y me concentro en escuchar los pasos de Abby y Tanner, aunque parece que el bosque estuviera vacío hasta que escucho un disparo. El hilo que siento amarrado en el corazón se tensa. Otro disparo. Corro hacia la dirección donde el hilo me lleva. Veo al hombre corriendo y apuntando hacia delante. Por un breve segundo, veo pasar a Tanner y Abby entre los tallos de dos árboles, y luego se pierden. Tomo el camino más corto, de tal forma que pueda interceptarlos hasta que los encuentro. Están escondidos detrás de un árbol altísimo. Abby tiene lágrimas en los ojos y su semblante está perdido. Mueve la cabeza de derecha a izquierda. Debe ser difícil para ella estar en esta situación porque aparte de sentir miedo por lo que le pueda pasar, no ver a su atacante debe ser frustrante. Tanner y ella se han tomado de la mano y su agarre es fuerte, porque los nudillos de ambos están empalideciendo. Avanzo con cuidado y antes de llegar a su lado, lanzo una última mirada al hombre. Los ha perdido de vista y está buscándolos con la pistola en lo alto. Camina muy lento como si fuera un depredador hambriento. Avanzo hasta estar cerca de Abby. Ella siente mi aura y me busca con la mirada.

―Abby ―le susurro. Su mirada se suaviza y suelta un suspiro cuando sabe que estoy aquí.

―¿Qué está pasando? ―susurra.

Tanner se vuelve hacia ella, pensando que le está hablando a él. La trae a su cuerpo y la envuelve en un abrazo protector.

―No te pasará nada ―susurra. Se asoma con cuidado para ver a su atacante―. Es el mismo hombre que nos persiguió aquella vez a Hanniel y a mí. ¡Hanniel! Ella se fue por otro lado.

―Dile que está bien ―le suplico a Abby para tranquilizarlo―. Ella salió del cementerio y pidió ayuda.

―Hanniel está bien. Es una chica lista y de seguro ahora está pidiendo ayuda. Además, ese tipo nos ha seguido a nosotros ―murmura.

Tanner apoya su espalda en el tronco del árbol y mira el cielo entre las copas de los árboles.

―¿Quién es? ―se pregunta. En su voz hay destellos de frustración―. No entiendo quién quiere hacerme daño, si yo no le he quitado nada a nadie.

Guarda silencio un momento y su mirada se pierde. Sé lo que está pensando porque yo también lo pensé cuando lo vi. Además, es igual de alto que él. Me acerco un poco más y por un momento me olvido que solo soy una figura que nadie puede ver.

―No ―susurro―. No es.

―No creo que sea mi hermano ―comenta―. Murió. Alanna lo vio quemarse vivo. Y lo enterraron.

―¿Tu hermano? ―le pregunta Abby―. ¿Tienes un hermano?, ¿por qué quiere hacerte daño?

Él esboza una sonrisa de tensión.

―Tuve un hermano, pero murió después de que intentara matar a Alanna y a mí. Fue un hombre malo, pero no puede ser el que nos está persiguiendo. Aunque, a simple vista, tienen la misma altura ―mueve la cabeza―. No. No sé quién será este tipo, pero ya lo vamos averiguar. Lo importante ahora es salir de aquí.

Un ángel duerme conmigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora