ALANNA BECKER

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"Amor mío, no quiero imaginarte besando otros labios y mirando otros ojos, porque esas cosas tan sencillas, pueden destruirme en un segundo."

[OOO]

Estoy de vuelta.

La lluvia cae con fuerza. Estoy en el lindero del bosque, cerca de la carretera por donde el agua corre por doquier. No sé muy bien a dónde ir. Me siento algo desorientada. Soffi no está conmigo. Cuando me trajo a la tierra, desapareció.

Doy una visión panorámica al lugar y me doy cuenta que es el mismo lado del bosque por donde una vez entré junto a Tanner cuando él regresó por mí. Me ubico mentalmente y empieza a correr con dirección a la ciudad para llegar a su casa.

Después de una hora, estoy frente a su casa. Las grandes verjas de su jardín se levantan y paso a través de ella. Siento como mi aspecto fantasmal se sumerge entre los barrotes de hierro y llego al otro lado. Me miro las manos y siento una pequeña punzada de dolor. Ya no podré estar más con él. No podré darle un beso nunca más.

Miro el jardín. Todo está oscuro y la vegetación es de color castaño oscuro con gotas de agua por la lluvia. Recuerdo cuando Tanner me hizo una sorpresa aquí, hace más de un año. Todo estaba hermoso, lleno de magia, sin embargo, ahora no queda nada más que recuerdos rotos. Avanzo hasta llegar a la puerta principal. Y hago lo mismo que hice con la verja. La sala sigue igual como la recuerdo. Subo las escaleras hasta llegar a su habitación, pero él no está. Una de sus camisas está en un sillón al lado de su cama. Trato de cogerla, pero no puedo. Mis dedos fantasmales no me lo permiten. Me siento a su lado. Quiero oler su aroma.

Espero. Una hora. Dos.

Y por fin escucho la puerta abrirse. Su voz llena mi cabeza y una sonrisa brilla en mi cara. Sus pasos subiendo las escaleras me ponen nerviosa. La puerta se abre y él entra. Lo veo.

No me había puesto a pensar en cómo sería volverlo a ver, pues había perdido las esperanzas después de que me quitaron mis alas. Estoy detrás de un librero escondiéndome para que no me vea. Si es que puede verme.

Katherine aparece detrás de él, se saludan. Verla sana, me alegra mucho. Valió la pena arriesgarse por ella. Tanner le cuenta algo. Su voz. Su voz, algo tan sencillo me saca una sonrisa.

—La hermana Ana encontró a mi madre y yo lo he confirmado. Aunque aún faltan muchas cosas por hacer, como el ADN, pero verla y cruzar algunas palabras con ella me dio una esperanza. Todo coincide. Las fechas, el orfanato, la manta, todo.

Está buscando a sus padres.

—¡No puedo creerlo! Estoy muy contenta por ti. Mereces volver a tener una familia.

Sus ojos se rompen. Una sonrisa cansada sale de sus labios y sus hombros bajan ligeramente. Agarra más fuerte las dos manos de Katherine y las besa.

—Tú eres mi familia —confiesa.

Tanner le besa la frente. Se abrazan.

Después de unos minutos, ella sale de la habitación. Tanner se quita la ropa y lo veo. Es hermoso. Siento un pequeño cosquilleo recorriendo mi pecho y bajando hasta mis piernas. Él se ducha y cuando sale se pone una sudadera y una pantaloneta azul. Se revuelve los cabellos y se mira al espejo. Me acerco esperando que me vea, pero sus ojos no me encuentran. El dolor me clava el aguijón de la tristeza y suelto un gemido. Me doblo en dos y me coloco cerca de su cama. Me deslizo hasta el suelo y recojo mis rodillas hasta colocar la barbilla sobre ellas. Tengo miedo.

Lo miro y sus ojos sueltan un brillo especial. Diferente. Me alegro por él. Tengo la sensación que trae un recuerdo a su mente y sonríe. Yo también sonrío con él.

Lo acompaño hasta el comedor para cenar con Katherine. Ríen y conversan, luego vuelve a su habitación. Se sienta en su escritorio y envía unos correos a las empresas Strong, luego se acuesta en su cama. Lleva más de una hora y no puede conciliar el sueño. Tiene la mirada perdida, sus pensamientos vuelan en su cabeza. Siento como llega uno detrás de otro y sus ojos se van cristalizando. ¿Me estará recordando?

Siento el hilo que está atado a mi corazón lanzando destellos rojos y luego lo miro con tanta pasión, que éste se tensa y tira de él. Tanner se toca el pecho. Puede sentirlo. El otro lado del hilo está atado a su corazón. Tiro nuevamente de él y Tanner puede sentirlo otra vez. Mira a su alrededor algo sorprendido. Quizás esta sea la única forma dolorosa de que sepa que estoy junto a él. Me niego a creer que solo así me sentirá, pero eso es lo que tengo por ahora.

Tomo el hilo y lo hago bailar un poco. Tanner se soba el pecho y sonríe. Mira al cielo y suelta un suspiro. Yo me acerco hasta donde él está y con mis dedos rozo su piel, su cara, sus labios.

Luego, él se estira hasta abrir el cajón superior de su mesita de noche y saca algo. Cuando me estiro para ver qué es, tiene en sus manos una fotografía de nosotros. De nosotros. Juntos. Aprieta la fotografía en su pecho y se acuesta. Mientras le va llegando el sueño, lo veo llorar. Es inevitable no romperme con su llanto, con todo lo que nos pasó. Porque no estaremos más juntos.

Me quedo cuidando su sueño, sin embargo, un sonido afuera me hace apartar la mirada. Me acerco a la ventana y el viento sopla con fuerza. Siento un miedo profundo en mi pecho y retrocedo por instinto. Vuelvo la mirada hacia Tanner. Él ya duerme. Recuerdo las palabras de Soffi y tengo una sensación de angustia por el peligro que corro.

El invierno está por llegar.

El invierno está por llegar

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Un ángel duerme conmigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora