TANNER STRONG

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Los amores más bonitos no perduran en el mundo oscuro en el que vivimos.

[OOO]

—¿Quién era?

Me vuelvo para ver a Hanniel detrás de mí. Se estira para mirar al extraño, pero el tren avanza y solo se distingue su silueta oscura que se esconde detrás de las columnas y el tumulto.

—No lo sé —contesto. A pesar que ya lo hemos perdido de vista y hemos salido de la estación, no quito la mirada—. Estaba grabando nuestra conversación.

—¿Por qué crees que lo estaba haciendo?

Pienso un poco. El tren se mueve, me agarro al pasamano más cercano y paso el brazo por la cintura de Hanniel. Su cuerpo se vence hacia el mío y aterriza en mi pecho. Se reincorpora y avanzamos a unos asientos vacíos que están en medio del vagón. Las personas aún me miran con curiosidad y algo de temor, incluso algunos murmuran. Vieron como perseguía al extraño.

—Tal vez puede ser un empleado de mi hermano que me está siguiendo o alguien que él haya dejado para que me vigile. No lo sé.

Hanniel se queda quieta con los ojos muy abiertos, luego habla.

—¿De Patrick? —asiento. Ella vuelve la mirada hacia atrás por instinto—. Pero él está muerto.

Se acerca un poco más y posa su mano con suavidad en mi hombro. Le miro. Sus cabellos están revueltos por la carrera que ha tenido.

—Tranquilo. Quizás fue un ladrón o no sé. No tienes por qué pensar que nuevamente algo malo te sucederá o algo te será quitado.

Cierro los ojos. Desde que Alanna se fue siempre he tenido la sensación de que hay personas que me siguen, que me observan, que me vigilan, pero nunca he visto algo real hasta hoy. Quizás es verdad lo que dice Hanniel, tal vez es solo un ladrón, sin embargo, la duda crece en mí. ¿Será que mi hermano dejó a alguien para que me haga la vida imposible? ¿Con qué propósito? El dinero. Su dinero. No. Entierro la cabeza entre las manos. Tengo que dejar de pensar en esas cosas, de preocuparme. Ya nada pueden quitarme, lo más importante que tenía se lo llevaron.

—Tienes razón —suspiro—. Ahora debo pensar en otras cosas.

El tren avanza por varios minutos más y luego se detiene. Bajamos y caminamos rumbo a la dirección que la hermana Ana me ha dado. Las calles ya se están tornando un poco más oscuras y desiertas. Hay vagabundos y borrachos tirados por las esquinas que hablan cosas sin sentido. Las casas son pequeñas y de barro, las puertas de madera desgastada y hasta podrida en las esquinas, los techos de varios materiales como planchas de aluminio, cartón y plástico.

Hanniel se pega un poco más a mí. Esta parte de la ciudad es la sombra de Alaska.

Llegamos hasta la dirección correcta. Me acero con cuidado y toco la puerta de madera. Nadie sale. Miro por la ventana que tiene el vidrio roto y meto la mano para mover el pedazo de cartón que tapa mi visión. Hay una vela a medio gastar encima de un plato que ilumina el oscuro lugar. La sala es pequeña y en una esquina hay dos camas viejas y pequeñas. Al lado de ellas, hay una mujer en una silla. Está sentada con la cabeza baja, los cabellos le tapan el rostro. Siento que el corazón me da un brinco.

—Hay alguien adentro —le digo a Hanniel.

Ella se asoma a mirar.

—Tiene una muñeca en las manos —susurra.

Frunzo el ceño. Me vuelvo para mirar y efectivamente en sus manos hay una muñeca de plástico que tiene el vestido sucio y el cabello hecho una maraña.

Un ángel duerme conmigo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora