ALWAYS WITH YOU ⋈ [The Maze Runner]

1.

Capítulo I:

Sentí como colocaron paños húmedos sobre mi frente y como una voz irrumpía aquel espacio.

—¿Cómo se encuentra ella, Jeff? —el tono de voz era serio y un tanto grave pero con un leve toque de preocupación.

—Solo tiene un poco de fiebre y ligeros escalofríos, y por ahora supongo que el desmayo fue del shock de estar aquí, nada fuera de lo común Newt,  puedes estar seguro de eso —respondió de manera muy clara en un tono neutro.

—Está bien, pero me buscas inmediatamente si notas hasta el más mínimo cambio, ¿está bien? —hubo silencio en la habitación y luego percibí como ese tal Newt se iba de allí, así que supuse que el «doctor» que me atendía habrá asentido a su pedido.

Luego de eso, empecé a sentirme cansada, pero con el nombre de aquel chico volando en mi mente...

Newt...

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—¿Qué broma planeas hacerle a Ava ahora, hermanita? —preguntó el mismo niño ruloso con el que llegué al Área, sentándose a mi lado en aquella mesa de cafetería—, te veo muy concentrada.

—Yo no planeaba nada —sonreí inocente, a lo que él me miró arqueando una ceja—. Okay, en realidad estoy haciendo un regalo para Matteo, lo he visto algo desanimado estos días, y quería tratar de alegrarlo con esto, nada fuera de lo común enano... —pasé una mano por su cabello rizado— aunque la nueva broma para la estructurada de Ava estará en mi lista de cosas por hacer en la semana, y creo que la agendaré para el viernes —reí levemente.

—¿Y para tu mejor amigo y para tu hermano no hay nada?, cómo dueles... Justo en el corazón, ____ —agregó un castaño, sentándose al frente de nosotros y colocando una mano en su pecho haciéndose el dolido.

—Thomas, no empieces con tus estupideces. Sabes que hay otra razón por la que lo hago... —exclamé un tanto cansada de explicar lo mismo una y otra vez.

—Okay, okay... me calmo, pero para la próxima no te enfades, aparte que te salta una vena del cuello, tu cara se arruga como una pasa —juntó sus labios, formando una línea con estos, tratando de contener la risa por su ridículo comentario, pero terminó soltando una carcajada a la que se le unió el niño. Yo solo sentía mis mejillas arder de vergüenza.

—¡Son unos idiotas! —espeté molesta, haciendo que ambos chicos se callaran de inmediato— ¿No pueden tomarse mis asuntos en serio por una maldita vez? —recogí mis cosas rápidamente y regrese a mi cuarto sin darles tiempo a disculparse.

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