ALWAYS WITH YOU ⋈ [The Maze Runner]

39.

Previamente:

—¿Dónde está mi ropa, Newt? —le pregunté dando una mirada al interior.

Escuché como caminaba detrás de mí hasta detenerse.

—La traes puesta —su pecho chocaba contra mi espalda y sentía su respiración en mi cabello y cuello—. Y ese es un gran problema para mí.

Capítulo XXXIX:

Rodé los ojos para luego quitarme la chaqueta y la camiseta que traía puesta ante la atenta mirada del rubio.

Sonreí bastante satisfecha conmigo al ver como tragaba saliva, nervioso. Era de cierto modo reconfortante y alagador el seguir causando esas reacciones en Newt a pesar de que me haya visto en peores circunstancias.

Noté que un poco más adelante había un pequeña cubeta con agua y decidí acercarme para poder lavarme, o al menos, quitarme un poco la tierra y la arena que tenía encima.

Newt acariciaba la piel de mi espalda mientras yo me encargaba de lavar mi rostro y mis brazos para terminar de vestirme. 

—Siempre me he preguntado porque tienes estas cicatrices... —delineó con sus dedos una de ellas, justo debajo de mi omóplato.

Me remecí un poco ante su tacto.

—Sabes que en el Área no era de la más cuidadosa para hacer las cosas —traté de que mi voz sonara lo más normal posible, pero el rubio me lo estaba dejando muy dificil con sus manos tan cálidas sobre mi piel descubierta.

Con su mano libre recogió mi cabello para poder ver mejor, después chasqueó la lengua, disgustado.

—Créeme, lo sé —dejó un beso en la curva de mi cuello y volvió a lo suyo—. Pero estas son antiguas, ya tienen unos cuantos años. Si las comparas con las que tienes en tus brazos o piernas, se nota la diferencia.

Me giré para poder verlo y empecé a jugar con el bordillo de su camiseta, pensando en todo.

—No sé como las obtuve, Newt —fijé mi vista en la prenda que sujetaba con firmeza entre mis dedos—. Pudo haber pasado mucho tiempo y nunca conoceré la razón. Así que no pienso desperdiciar mi tiempo en esto. No tendré la piel perfecta, pero me siento bien.

Sus manos pasaron a bordear la gran cicatriz que había en mi abdomen. Precisamente, la que me hice esa noche cuándo nos quedamos en el laberinto.

—Eres una sobreviviente...

Asentí con una pequeña sonrisa y dejé recargada mi frente contra su pecho, justo en dónde latía su corazón. Movimientos rítmicos y suaves. Muy relajantes para cualquiera. Pero eran solo para mí.

Sus dedos tomaron mi barbilla con suavidad para que pudiera verlo a los ojos. Y antes de que pudiera imaginar que cosa iba a decir, sus labios apresaron los míos con particular intensidad.