ALWAYS WITH YOU ⋈ [The Maze Runner]

36.

Previamente:

—Vamos... —seguí avanzando—. Hay a encontrar a los chicos.

—Sí. Hay que encontrar a los chicos —repitió él para luego empezar a trotar.

Capítulo XXXVI:

Brenda dobló por una de las calles más cercanas, guiándonos hacia dónde había más ruido y gente. Pero igual no se me quitaba la sensación de no estar segura.

Una señora pasó junto con un niño, todos sucios y delgaduchos. Al igual que el resto de personas que yacían por todo el lugar.

—No me gusta nada esto —susurré pegándome a Tommy.

Él tomó mi mano y la apretó un poco. Supongo que para calmarme.

—Ya somos dos —me abrazó por los hombros y seguimos avanzando tras Brenda.

Llegamos a un edificio —no tan destartalado como el resto de las construcciones aledañas cabe recalcar— que estaba rodeado de varios jóvenes y tenía música resonando tras los muros.

«Zona A» llegué a leer en una de las paredes exteriores.

Lo peculiar y más preocupante, al menos para mí, era que todas las personas que estaban fuera parecían estar en un estado de letargo o al borde de la inconsciencia.

Drogas o alcohol. Era lo más probable.

A mi mente llegaron recuerdos de noticias llenas de casos de muertes por consumo de esas sustancias. Pero, como siempre, no me aparecían nombres específicos.

Todos estábamos inquietos. El ambiente no era del agrado de nadie.

—¿Segura que es aquí, Brenda? —preguntó Tommy mientras le daba una mirada a su alrededor.

La mencionada iba a responder cuando una mujer rubia, mucho más grande que nosotros, se acercó hacia dónde estábamos para empezar a acariciar los hombros y pecho de Thomas sin importarle demasiado que casi me estuviera empujando para poder hacerlo.

—¿Están aquí por la fiesta? —apoyó sus manos en sus caderas y fijo su vista en Tommy.

Solté un pequeño gruñido y rodeé totalmente a mi amigo en un fuerte abrazo para darle el mensaje a la tipa de que se largara.

Pero solo conseguí que pasara de Thomas a Jack.

Brenda estaba a la izquierda de Thomas y respiró un breve segundo para no sonar molesta.

—Ah... No —hizo una pequeña pausa en cuanto vio que la rubia se acercaba a ella—. Estamos buscando a Marcus. Él vive aquí, ¿no?

—Todo lo que ven aquí, es mío.

La mujer nos empujó hacia donde se encontraba el señor que había hablado.

—¿Tú eres Marcus? —consulté mientras volvía a tomar la mano de Thomas en un intento de alejar a la rubia.