Aquí vamos de nuevo
27 de octubre de 2017
8:30 hs: Nuevamente me puse el jeans azul ajustado, una re
Agustina Pringles Pardini | Mía y yo
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mera ancha con mangas tres cuartos de rosa pálido y flores hechas con perlitas. Desayunamos en el salón del hotel, luego tomamos un taxi hasta la Casa San Juan para que nos autorizaran que volvíamos por nuevos estudios a la Fundación Favaloro. Era para que me evaluara y atendiera el Dr. Caneva, es el especialista en Hipertensión Pulmonar y nos lo había recomendado la Dra. Naveda –mi cardióloga–. Llegamos a la Favaloro, nos hicieron pasar al consultorio donde había tres sillas, un mueble lleno de libros de medicina y un escritorio muy pequeño con una computadora vieja; al costado, una camilla donde me senté a esperar mientras este doctor conversaba con mi mamá. –El caso de su hija es muy complicado y complejo. –Entonces, ¿cuales son los pasos a seguir ahora? –Ayer, en la ateneo, decidimos hacerle cuatro estudios: un caterismo pulmonar-hepático-cardíaco, análisis de sangre, estudios de respiración y una resonancia magnética con contraste. –Y el shunt que tiene, ¿van a cerrárselo? –Tenemos un problema con eso –dijo el Dr. Caneva–, sabemos dónde está, pero no sabemos a dónde va, o si es un vestigio del que se cerró en el Garrahan. Eso con el cateterismo va a verse. En el caso que se hiciera pronto, debe dejar de tomar los anticuagulantes tres días antes. –¡Perfecto! Entonces me voy otra vez a la casa San Juan a autorizar estos estudios y el lunes saco turno para todo. El Dr. Caneva nos despidió. En el taxi, camino al hotel, se me escaparon unas lágrimas, cansada le dije a mi mamá: –No quiero la vida que tengo. –Pensá que todo esto es por tu bien. –¿¡Te lo hacen a vos o a mí!? –le grité.
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–A vos, pero tenés que aguantar un poco mas. –Desde los cuatro años aguanto –le dije y concluí–: ¡Basta! Me cansé. El resto del camino fui callada, estaba molesta, muy molesta. Llegué al hotel y me bañé. Otra vez, abrí el agua tan caliente como para ocasionarme quemaduras, estuve una hora observándome en el espejo, me asusté cuando escuché a Mía en el baño. Estaba sentada en el inodoro, lo primero que hice fue cubrirme con una toalla, nunca me había visto desnuda. –Tranquila, somos mujeres –dijo. –No me gusta que me vean desnuda. –¿Cómo haces cuando tenés sexo? –Eso no te importa –respondí. –Okey. –Sabés que no se puede fumar en el hotel, ¿no? –No me importa –dijo con indiferencia. –Bien. Mía me siguió hasta la habitación donde me vio ponerme la ropa y salir nuevamente a la calle con mi mamá. Precisamente a un Starbucks y mientras ella pedía el café, Mía que iba con un vestido rojo y unas Converse negras, llegó, se sentó a mi lado y dijo: –No tenés porque seguir acatando órdenes de nadie. –¿Te referís al hospital? –¡Sí! –Mi mamá dice que yo no tengo poder de decisión en ese ámbito. –¿Por qué? –Porque si fuera por mí, moriría. Ahora callate que el chico de seguridad me mira como si estuviera loca por hablarle al aire.
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–¿Desde cuándo te importa lo que la gente piensa de vos? –¡Callate! Se calló durante la hora que estuvimos sentadas las tres en el café, cuando salimos caminamos un par de cuadras y vimos una librería en la esquina del hotel. –Enfrente. –¿Qué cosa? –le pregunté a Mía. –Hay un libro de magia negra: El Nacronomicon, es para hechizos y eso. –Mamá, ¿vamos a la librería de enfrente? –¿Te interesa algo? –Sí –yo miraba a Mía–, un libro de magia. –¿Magia? –Magia negra, hechizos y eso. –Preguntá el precio, hija. Entré y pregunté el precio a la vendedora, era una mujer grande y ruluda, con cara de orto. Me dijo que el libro salía $ 810. Uf, salí decepcionada, no tenía la plata para comprarlo. Pero iba a convencer a mi mamá de comprármelo, de una u otra forma
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MIA Y YO (TERMINADA)¡ PRONTO EN LIBRERÍAS!
Teen FictionSi atravesar la adolescencia es complicado para todos, no te imaginas como lo es para Agus que, encima de padecer una rarisima enfermedad, de la que no todos entienden y nadie cree que exista; Carga con alguien mas en su cabeza , una voz que resulta...