I'M NOT THE ONLY ONE

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I'm not the only one (Sam Smith)

¿Nunca les ha pasado que tienen la sensación de que algo va mal? Bueno a principio de junio de 2016, mi papá salió de compras y mi mamá estaba en casa de mi tía Lili. Papá dejo el teléfono cargando en la cocina, sobre la cafetera.

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Y como creía que algo iba mal, revisé su celular y encontré mensajes que envió a un número no registrado en los que decía: «te Amo PerrA», y «¿Cuándo te voy A ver?» y cosas así, no recuerdo muy bien. Decidí no decir nada. Un tiempo después, el muy idiota había salido con mi mamá. Guada yo nos habíamos quedado en casa solas. Entré al cuarto de mis viejos y vi su teléfono cargando. Ingresé a su WhatsApp y ahora el número registrado tenía nombre. No voy a decirlo, porque no me gustaría que sus hijos sepan que su mamá es una perra que sale con tipos casados y que mi papá era un hijo de puta. Esta vez los mensajes eran aún más explícitos, me dieron náuseas. Me descompuse, le grité a mi hermana, que vino corriendo y leyó todo. Anteriormente yo había anotado el número de esta suripanta en mi teléfono con su nombre y su apellido. Mi hermana le llamo a mi tía Valeria y, entre lágrimas, le dijo lo que estaba pasando. Mi tío Pedro llegó en el auto a buscarnos, nos llevó a casa de mi abuela donde estaba mi tía para contarles todo. Le dejamos un mensaje a mamá contándole que habíamos ido a cenar a casa de mi abuela. Le pedimos que fuera, que era noche de chicas. Mi papá se iba esa noche a un supuesto «asado». Cuando mi mamá llegó, Guada y yo nos secamos las lágrimas. Cenamos mi abuela, mi tía, Guada y yo. Mi abuela se acostó temprano, así que aprovechamos la oportunidad y le dijimos todo a mamá. Mi tía confesó que un desconocido le estaba mandando mensajes a su Messenger donde le pedían que le advirtiera a su hermana que su esposo le estaba poniendo los cuernos con una mina con la que había ido al secundario. Le conté exactamente todo lo que decían los mensajes. Mi mamá se paró, se fue al fondo de la casa,

Agustina Pringles Pardini | Mía y yo

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llamó a papá y le dijo que no volviera a casa. Cuando las tres volvimos a casa, mamá nos pidió que nos acostáramos, que ella iba a solucionar todo. Mi mamá no durmió en toda la noche. Se la pasó sentada en el comedor llorando, hasta que a las cinco de la mañana llegó mi papá. Hablaron hasta las ocho de la mañana. Nos despertaron, mi papá hizo que nos sentáramos a la mesa y nos juró por nuestras vidas que solo era un chamuyo telefónico. Por favor, nosotras no nos chupábamos el dedo, no le creímos una mierda. Mi mamá lo perdonó y él le juró que solo era algo telefónico.

9 de octubre de 2016

Fuimos con mis viejos y Guada a visitar a mi abuela a su casa, estaban mi tía Valeria y Pedro. Mi tía llamó a mi hermana y le contó que la persona que le mandaba mensajes sobre papá, la había vuelto a contactar. Esta persona le decía que mi papá andaba diciendo que seguía saliendo con esta mujer, que en cualquier momento se iba de la casa y se separaba de mi mamá. Nosotras no dijimos nada, pues estábamos hartas de que mi mamá fuera tan ciega y perdonara al idiota de mi papá.

11 de octubre de 2016

Ese día todo explotó como una bomba. Papá llego del gimnasio y mamá estaba acostada –le dolía la cabeza–. Guada dibujaba y yo escuchaba música. Mi papá fue al baño y dejó su teléfono arriba del espejo y se olvidó de él. Mamá entró al baño, bajó su teléfono del espejo y sin querer tocó la pantalla, ahí pudo ver unos mensajes muy subidos de tono con la puta esa. Mientras tanto mi papá golpeaba y golpeaba la puerta

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del baño para sacar el teléfono. Hasta que logro abrir la puerta y mamá gritó muy fuerte: «¡CERRÁ LA PUERTA!». Con Guada escuchamos que mamá dijo: «¡DIEGO, ANDÁ AL CUARTO!». Cuando comenzaron los gritos nos paramos y fuimos al fondo de la casa. Desde allí escuchábamos todo, hasta como estrellaban algo contra una pared. Mamá nos contó que le estrelló el teléfono contra la pared. Papa volvió como a las once de la noche a buscar sus cosas y se fue con un bolso. Lo único que nos dijo fue: «Chau». Había oscurecido y mi papá ya se había ido. Esa noche se me partió el alma, mi papá destruyó mi familia que era lo único que teníamos. Igual que mi mamá, lloré toda la noche. Me daba pena que mi papá se fuera, yo lo quiero, pero más pena me daba mi mamá, ella es una mujer que lo dio todo y él le pagó así... Lo que no entiendo de mis padres es que después de un año de separación, mi mamá no continúa con los trámites de divorcio. Tenía que rogarle para que nos pasara un puto peso. Para que nos pasara la cuota alimentaria. No entendí cómo había noches en que mi papá se quedaba a dormir en casa, en la cama de mi mamá, o a veces en el sillón del living. No entendí cómo mi mamá lo permitía. Mía me decía: «Es problema de ella, no nuestro». Entonces con mi hermana lo entendimos. Ya no iba a importar lo que ella hiciera, si quería volver con él, que lo hiciera; pero que no esperara que lo recibiéramos con los brazos abiertos nuevamente, porque él había destruido todo, absolutamente todo. Y ya no se puede volver atrás....

Agustina Pringles Pardini | Mía y yo

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