Adicta
A los 21 años me había vuelto adicta a las salas de chat. Hablaba todo el tiempo con extraños, me sentaba horas frente a la computadora del living y hablaba con desconocidos. Mi página favorita era Omegle, me la enseñó mi primo Camilo. La primera vez que la usamos estábamos con mis primos Augusto, Mariano, Camilo y con mi hermana Guadalupe. Camilo y yo hablábamos con gente por cámara, Mariano bailaba en la sala al ritmo de Sumo y mi hermana tomaba mate, pues no le interesaba la página. Mi hermana Guadalupe es muy tranquila no le gustan mucho las redes sociales. No como yo, que era una adicta a Facebook, Instagram, Twitter y sobre todo las salas de chat, donde me hacía la puta bajo el nickname «Princess14». Hablaba mucho con españoles, me encantan los españoles y la forma de seducir que tienen.
Agustina Pringles Pardini | Mía y yo
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19 de agosto de 2017
Ese día me encontraba en Omegle, quizás desde las nueve de la mañana, aprovechando que mi mamá había salido a hacer unos trámites, haciendo cámara. Me encontré con un porteño hermoso, Máximo, era rubio, alto, delgado, hermosos ojos marrones, empezamos a chatear. Como a la hora y media de hablar comenzamos tirarnos onda y decidimos intercambiar números de teléfono. Con el correr de los días hablábamos por WhatsApp. Pero habíamos decidido que no era suficiente, que queríamos vernos, así que él me creó una cuenta en Skype donde solo lo tenía de contacto a él, hacíamos video-llamadas todo el tiempo. Algunas veces hablábamos seriamente, otras las charlas eran súper sexys, súper subidas de tono. Él trabajaba para una compañía de construcción en Buenos Aires y me contaba que siempre venía a San Juan. Así qué le dije: «Cuando tengás la oportunidad, venís a conocerme». Dada mi situación de salud, yo tenía que viajar a la Fundación Favaloro a hacerme controles y un cateterismo, ya pensaba en qué mentira iba a inventar para escaparme de mi mamá para conocerlo. ¡Me encantaba! Teníamos tanto en común que parecía hecho a la medida para mí. Ahora solo quedaba esperar que me dieran la fecha para viajar a Buenos Aires. Se había vuelto común con el tiempo el decirnos cosas sucias o el decirme «linda» o «nena». Siempre me pedía que le enseñara mi cuerpo, no sé cómo, pero estaba enloquecido conmigo y eso me levantaba mucho la autoestima ya que siempre la tuve baja. Un día, haciendo video-llamada por Skype, me dijo que lo re calentaba y se hizo un primer plano de su erección. Empezó a masturbarse mientras yo le hacía caras o gestos o le respondía como él me pedía. Definitivamente era
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una puta. Un día charlando con él por Skype, me pido que cuando fuera Buenos Aires le avisara dónde estaba, él me dijo: «Me hago cinco horas libres, me avisás donde estás, te busco y te cojo cinco horas seguidas», también me propuso una relación amo-sumisa. Pero yo no quería eso. Quería amor del bueno, amor real. A veces cuando caminaba y veía parejas de la mano, abrazadas o besándose, sentía mucha envidia; yo también quería lo mismo, quería amor en mi vida, y no es que no tuviera, sino que quería el amor de un hombre. Pero nunca tenía suerte. Tal vez no era lo suficientemente hermosa, o lo suficientemente flaca, o inteligente, o simplemente no era lo que nadie buscaba. Me sentía triste todo el tiempo, no tenía nadie quien me abrazara, me besara, me tomara la mano, me cuidara o me dijera que me amaba. Yo quería casarme, tener hijos, una casa y dos perros. Tenía toda una vida planeada y nadie con quien compartirla o nadie que quisiera estar conmigo hasta el final de los días. Y como no conseguía a esa persona, había llegado el momento. Había empezado seriamente a planear mi suicidio.
24 de agosto de 2017
Ese día estaba muy ansiosa, se acercaba un ataque de pánico y sabía lo que significaba. Ya estaba todo decidido, iba a matarme el día 28 de agosto de 2017, la noche del 24 había empezado a escribir las cartas de despedida, eran cinco cartas. Una para mis viejos, una para mis dos hermanas Guada y Flor, una para mis mejores amigos Rodrigo, Ceci y Ori, una para mis primos Augusto, Mariano, Camilo y Nerea. Y finalmente una para Juan. Esa iba hacerla llegar por medio de Rodrigo y Oriana pues ellos sí tenían contacto con él.
Agustina Pringles Pardini | Mía y yo
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Yo ya había perdido toda esperanza con él. Estaba todo listo para suicidarme. Tenía las cartas, la ropa que iba a usar –un vestido negro–. Iba a maquillarme y pintarme las uñas y la boca de rojo sangre. Me había robado un blíster de 10 de Clonazepam y tenía escondido un cúter para cortarme las muñecas, había elegido la música que iba a poner para mi noche, A Little More de Machine Gun Kelly. Solo faltaba que llegara el día de mi muerte. Y todo el sufrimiento que tenía que acabar.
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MIA Y YO (TERMINADA)¡ PRONTO EN LIBRERÍAS!
Roman pour AdolescentsSi atravesar la adolescencia es complicado para todos, no te imaginas como lo es para Agus que, encima de padecer una rarisima enfermedad, de la que no todos entienden y nadie cree que exista; Carga con alguien mas en su cabeza , una voz que resulta...