¿Papá?

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You’re just a memory 
Capítulo 20

‘¿Papá?’


-¿Una niña? – preguntó Justin, en medio de shock. La doctora lo miró con una brillante sonrisa.

-Una niña – aseguró ella – sana – agregó e inmediatamente, varias lágrimas cayeron en mi rostro.

Sonreí y las limpié con el dorso de mi mano. Con una servilleta, limpió los restos de gel y me senté en la camilla.
Agradezco que esta doctora sepa hablar inglés, de lo contrario… no sé que hubiera hecho; no tengo ni una idea del francés, aunque Justin lo sabe hablar con fluidez.

En unas horas, ya estábamos en un hotel muy lujoso. Era cinco estrellas y estaba ordenado, organizado y decorado a la perfección. Por suerte, estaba cercado para que ningún paparazzi mire o se infiltre en algo.
Subimos por el ascensor, luego de discutir por lo que parecieron siglos con Justin. Él, al ser claustrofóbico, me rogó que vaya con él en la escalera… mi respuesta, fue –por supuesto- que la no. La médica me dijo que debo ser cuidadosa, no caminar demasiado y descansar. Al final… terminé ganando.

Por momentos, somos tan niños pequeños, pero por otros tan maduros. Es raro… él es raro, pero me encanta su personalidad… <<él te encanta>> Sí… todo él.
El reloj marcaba las 10 de la mañana según el que estaba ubicado en la pared del pasillo; por supuesto, era el horario de París. Sin embargo… me sentía cansada y el cuerpo me pesaba; bostezaba cada cinco minutos y hacía mucho frío afuera, aunque mi habitación estaba perfecta por la calefacción encendida.

Shena estaba con Justin… él decidió llevársela un ratito. <<Solo un ratito>> mi conciencia se inclinaba delante de mí, mirando hacia la enorme cama de dos plazas y media, -sin exagerar-.
Casi corriendo, me fui a la valija y me coloqué un viejo pantalón gris, una remera donde la estampa estaba totalmente degastada y unas medias gris {más oscuras que el pantalón} con rayas rosadas y violetas. Até mi pelo en una cola alta de caballo y me tiré en la cama, de espalda, sonriendo como una niña feliz y contenta. Finalmente, entré en las suaves y sedorosas sabanas amarillas. 
En unos momentos, entre pensamiento y pensamiento, me dormí en un profundo y tentador sueño.

-Hija – susurraron a mis oídos. Fruncí el ceño e inmediatamente me di vuelta… no era nadie. 
Me encontraba en un lugar gigante. El sol estaba grande, cerca y brillante, quemando en mi piel. Las nubes blancas, que me daban la sensación de almohadones de algodón estaban en el cielo, esparcidas por todo lo azul, casi tapando todas las partes. Suspiré y miré al frente. Flores y flores… margaritas de muchísimos colores variados, desde rojo hasta violeta lavanda; arboles a lo lejos, gigantes y creo que eran Álamos. 

-Miley - volvieron a susurrar. Una vez más, volteé sin saber lo que me esperaba.
No era mi madre… no era Justin… no era Miranda… no era nadie más, que mi padre.

Mi boca estaba abierta ante la sorpresa; mis ojos abiertos como si tuviera platos sobre ellos y mi mente estaba paralizada. Una sonrisa estaba en su juvenil rostro; sus ojos azules penetraban en los míos y su cuerpo totalmente vestido de la misma manera que solía hacerlo antes de morir.
Primero mi madre… ¿ahora él? ¿Qué mierda sucede? ¿Por qué no me dejan en paz?

-Miley no tengo mucho tiempo – habló con su masculina y dulce voz que tanto extrañaba. Cuando me di cuenta, mis ojos estaban cubiertos en una capa de lágrimas cristalinas esperando por salir y mi boca envuelta en un nudo justo en la garganta, que no me dejaba hablar y de suerte, respirar.
Solo deseaba que dejen de aparecerme… que dejen de darme señales, de asustarme. 

-Hija… te amo – susurró y estaba segura que yo rompería en llantos en segundos.

-¿Papi? – pregunté cómo pude. Su sonrisa en ensanchó, luego de dar un asentimiento con la cabeza.

Sin esperar ni pensar dos veces, me tiré a sus brazos, abrazándolo y disfrutando su olor. Algunas lágrimas, que no pude evitar, salieron de mis pardos ojos.

-Mi niña – murmuró en mi oído – quiero que seas fuerte. Quiero que seas feliz – pidió sin separarse ni un centímetro de mí.
No quería soltarlo, ni dejarlo ir.

-Yo quiero que te quedes conmigo – hablé sollozando. Me abrazó mucho más fuerte y yo lo recibí con mucho gusto. Su mano vagaba por mi espalda como solía hacerlo cada vez que me abrazaba. 
Mi panza interrumpía un poco, pero casi nada.
Se separó un poco, para mirar mis ojos y posar una mano en mi mejilla, en un gesto dulce y tierno.

– solo… se feliz Miley. Cuida de tu bebé, de la hermosa gente que te rodea. No dejes que nadie te diga nada que tú no quieres… no pienses en el pasado… piensa en ti – se acercó a mi mejilla y la besó con ternura – Te amo pequeña – volvió a susurrar mientras, esta vez, si se separaba. Dio la vuelta y comenzó a caminar para el lado contrario a mí.

-¡No! ¡Papá! ¡Yo también te amo! – grité corriendo hacia él; pero era tarde… él se había ido, ya se había escapado hacia quien sabe donde – Yo también te amo – repetí en un sollozo.

-¡Miley! – gritó Justin moviendo mi cara. Abrí mis ojos confundida; pestañé varias veces al no reconocer donde estaba.

-¿Justin? – pregunté estúpidamente. Asintió con la cabeza y frunció el ceño.
 
-Estabas haciendo caras raras y gritabas cosas – habló sorprendido. Tomé una bocanada de aire y relamí mis labios.

-Mi papá, Justin – murmuré. Él me miró más que confundido – soñé con él.

-¿Qué? – preguntó. Más bien, fue para él mismo que para mí.
Me encogí de hombros y me senté en la cama. 

-Nada – le contesté. Acomodé un desacomodado mechón de pelo detrás de mi oreja y salí de la cama, dispuesta a ir al baño – no importa – cambié de tema rápidamente o terminaría llorando.
¡No quiero llorar más!

You're just a memory (2 temporada de I fell for you)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora