14-Hey, Cerecita!

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En el camino al instituto , sigo recordando lo que me dijo Mia en la mañana. Peter terminó con ella.

Juro que cuando vea a Peter no lo dudare y lo mataré por hacerle eso a mi mejor amiga.

  —Grace, ¿estás bien? —me pregunta mi padre sin mover la vista de la carretera.

  —si.

  —pues no lo parece.

  —solo se generaron unos problemitas, pero espero que se puedan solucionar cuanto antes.

Nos sumergimos en un silencio entre los dos, ya de dejamos a Sarah en la universidad hace más de quince minutos, y ahora papá y yo  estamos en camino a mi instituto.

  —tendrías que hablar con Sarah —le aconsejo a mi padre —sé que no debería meterme en esto, pero se ve que aún está muy afectada por lo qué pasó entre mamá y tú.

  —lo se, pero siempre que quiero hablar de eso, tu hermana evita el tema a toda costa.

  —solo está muy lastimada —hago una mueca —y creo que lo que más necesita en este momento es una conversación contigo. Nunca es lo demasiado tarde para hablar sobre ello.—mi padre suspira y me se forma una pequeña sonrisa melancólica en sus labios. —¿que?

  —siempre que te miro me recuerdas a tu madre, eres igual a ella, no solo físicamente. Tu madre siempre da buenos consejos, de hecho, era y es la más madura de los dos —ríe. —aunque aveces tú y tu madre pueden ser muy testarudas.

  —no me lo recuerdes —ruedo los ojos.

  —en cambio, Sarah es más parecida a mi. Un poco más reservada con lo que dice y lo que piensa, sin embargo, hay momento en los que no puede más y estalla completamente.

  —me he dado cuenta. —suspiro — aunque no creas que no he salido parecida a ti, puedo parecer muy confiada de mí misma, pero también soy muy reservada con alguno de mis pensamientos y emociones. Aunque aveces me jueguen en mi contra y no como a mi me gustaría.

Después de unos minutos, mi padre me deja en la puerta de mi instituto y con un beso en la mejilla me despido de él para después salir del auto y encontrarme con Thomas en el patio del colegio. Cuando él me ve, camina hasta mi con una sonrisa.

  —Hey, Cerecita! —me saluda con un beso en la mejilla.

  —¿Cerecita? —pregunto frunciendo el ceño —¿a que se debe ese apodo? —le digo mientras seguimos caminando para entrar al instituto.

  —¿así no es como te llamó tu padre esta mañana? — río ante su comentario. Encima es sordo!

  —no —digo con una sonrisa tratando de contener mis carcajadas.

  —¿como te dice entonces?

  —desde niña me dice "Frutillita" de cariño. Por mi cabello —lo señalo.

  —no estuve tan confundido.

  —claro... ¿desde cuando cereza y frutilla es lo  mismo?

  —tienen el mismo color rojo, ademas, es una fruta al fin y al cabo. A partir de ahora te llamaré Cerecita, porque ya no puedo decirte enana —hace puchero con su labio interior generándome ternura —lamentablemente para mi, has crecido.

  —Idiota. —le saco la lengua. —no te burles de mi estatura.

Se acerca aún más a mi y me da un fuerte abrazo dejándome paralizada entre sus brazos.

Rayos. Me. Esta. Abrazando.

¡Thomas me está abrazando!

¡¿Qué rayos debo hacer?!

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