25- Psicólogo.

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—... no vi que había unas piedras en mi camino, tropecé y caí en un río —dice Daniel riendo, toma un sorbo de café y niega con la cabeza —esa fue una de mis peores vergüenzas, tenia doce años, estaban todos mis compañeros allí. La niña que me gustaba también estaba presente, y no paro de molestarme con eso por más de un año completo.

Comienzo a reír a carcajadas por su anécdota, llevamos en esta cafetería por más de una hora, en donde Daniel y yo no hemos dejado de contar recuerdos divertidos.

  —ahora es tu turno, ¿que fue lo más vergonzoso que te pasó?—pregunta el interesado, bebiendo otro sorbo de su café.

  —déjame pensar... ¡lo tengo! Fue hace unos años, Thomas y yo aún éramos amigos,fue un poco  antes de que nos distanciáramos. Yo había comprado una falda blanca y unas sandalias del mismo color, quería estrenarlas ese día, cuando baje del auto de mi padre, recién allí, me di cuenta de que llevaba muchas cosas conmigo, en una mano iba mi mochila, y en la otra mi maqueta para una materia. No me había dado cuenta de que tenía que llevar todo eso ya que mi padre subió ambas cosas al auto, sin embargo, cuando me di cuenta ya era muy tarde, mi padre ya se había ido.

Sonrío recordando ese día, aunque en ese momento lo pase realmente mal.

Había comprado esa falda y los zapatos porque en unos días sería el cumpleaños de una amiga, pero no pude con mi carácter y tuve que usarlos unos días antes, grave error.

  —como mi instituto tiene escaleras, tuve que subir con mucho cuidado. Cuando iba ya por la mitad de ellas, escuché que Thomas me habló y se acercaba a mí para ayudarme con la maqueta, me quise dar vuelta para saludarlo pero no miré al suelo, por lo que no me di cuenta que justamente donde estaba pisando había un charco de lluvia, lo que hizo que me resbalara antes de saludar a Thomas. Baje rodando los escalones que anteriormente había logrado subir, mi maqueta no aguanto la caída y se rompió, lo que hizo que desaprobara mi trabajo por no llevar la maqueta, mis zapatos junto con mi falda ya no fueron blancos, me dolía el trasero, y la mitad del colegio vio mi caída.

Daniel escupió lo que estaba tomando y comenzó a reír fuertemente.

  —¡deja de reír!, fue un día trágico para mí, ¿entiendes?

Nos quedamos en silencio mirándonos por dos segundos hasta que ambos volvemos a estallar en carcajadas.

Cinco minutos más tarde, cuando nuestras respiraciones volvieron a la penalidad, Daniel limpio las lágrimas que se le habían escapado por la risa y volvió a hablar con más normalidad, aún así, sin dejar de sonreír:

  —no pensé que iba a reírme tanto hoy.

  —ni que lo digas.

  —¿no hizo nada tú amigo por tu trágica caída?—dice tratando de ocultar una risa.

  —por supuesto, me ayudo a levantarme, pero no sin antes reír el también.

  —¿hace mucho tiempo que Thomas y tu son amigos? —asiento con la cabeza.

  —desde que empezamos la secundaria. Aunque estuvimos un tiempo sin hablarnos —hago una mueca —pero ahora todo ha vuelto a ser como antes.

  —¿eso quiere decir que siempre le gustaste?

  —¿disculpa?

  —es muy obvio la manera en que te mira, tú le gustas.

  —por Dios, ¿que dices? Eso es imposible.

  —¿Acaso no has visto cómo se puso cuando yo llegue? Pudo haberme matado con tan solo una mirada.

  —no seas exagerado —ruedo los ojos — se puso de esa manera porque quería hablar conmigo, pero te lo había prometido a ti primero.

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