Ginna
Mi madre me pone los pelos de punta con sus rodeos ¿Por qué no me dice de una vez lo que tiene que contarme? Es tan típico de ella, dramatizar situaciones que carecen de complicación.
—Está bien te lo diré, pero vas a odiarme —se puso de pie y comenzó a caminar de aquí para allá, inquieta.
—¿Qué? ¿Qué es? —la vi sacar su caja de cigarrillos, me enfurecí— No se fuma en mi casa— le arrebaté el cigarrillo de las manos.
—¿No podrías hacer una excepción? Luego de lo que te diré, tú también necesitarás uno.
—No, no quiero que mis muebles huelan a tóxico. Dime de una buena vez —repiqueteé la punta de mi taco sobre el piso, impaciente.
—Tu padre —tomó aire— Tu padre se llama John Black. Él no te abandonó, ni si quiera sabe de tu existencia...
—¿Qué? ¿Cómo que no lo sabe? ¡¿Y por qué yo tampoco lo sabía?! —grité alterada.
Mi cuerpo se tensó, y un sudor frío comenzó a recorrerlo. Mis piernas se debilitaron y mis pies fallaron, dejándome caer sobre el sofá. Incrédula, no supe que decir ni cómo reaccionar. Mi padre, quién yo creí me había abandonado, en realidad no lo había hecho ¿Cómo es que pudo mantener oculto semejante secreto durante veintitrés años?
—Gia, necesito que te calmes —posó sus manos en mis hombros.
—¿¡Qué me calme!? —quité sus manos de mi— ¿¡Cómo quieres que me calme si me acabo de enterar de una verdad tan grande!? —grité.
—Deja que te explique.
—¿Qué podrías explicarme?
—Yo era muy joven e insegura. Él estaba empezando su carrera y un bebé en esos momentos habría sido un gran problema. Mis padres, apenas lo supieron me ayudaron en todo lo posible y tu abuela me convenció de que no dijera nada. Así pasaron los años y nunca supe cómo decírselo, mucho menos a ti —explicó.
—¿Y por qué me lo dices ahora?
—Porque no tenemos dinero, pero John sí. Si vamos a verlo y le contamos la verdad tal vez quiera ayudarnos —sacó su lima de uñas, y se sentó a mi lado, relajada, como si lo que acababa de decir fuera la solución perfecta.
La mujer interesada y fría como el hielo había aparecido en tan solo una frase. Primero pretende hacerse la víctima con el cuentito ese de que era muy joven y ahora muestra su verdadera hilacha. Oh papá, cuánta falta me hiciste. Veintitrés años con esta loca fueron demasiados.
—O sea que, si no fuese porque estamos en plena crisis económica, tu jamás me lo habrías dicho. Me asombras —dije enojada— ¿Y por qué un hombre ayudaría a alguien que le mintió por tanto tiempo? Ya me imagino la escena: "Hola, tanto tiempo. Te venía a contar que ella es tu hija y que tenemos problemas de dinero ¿Nos ayudas?" Es la peor idea del mundo, madre.
—Nos ayudará, porque eres su hija y no querrá que pases necesidades. Es un buen hombre, y crédulo, por cierto.
—Voy a ir, pero no a conseguir el dinero, a conocerlo a él.
—Tú sabes muy bien que sin ese dinero no podrás seguir yendo a tu costosa universidad y tendrás que trabajar, y yo también —dijo, de mala gana.
Tenía razón. No quería renunciar a mi estilo de vida, y aunque me pusiese a trabajar, jamás recuperaría todo lo que ahora tengo.
—Sí, lo sé. Ya veré como lo resuelvo.
Mañana por la mañana tomaría el primer avión a Dublín, y luego iría en un colectivo hasta la granja Black en Mullingar. Según mi madre vive con su esposa en una mansión y tiene un campo, pero en otro lugar.
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Alguien Diferente ||N.H||
FanfictionEsta es la historia de dos personas totalmente diferentes, a kilómetros de distancia cualquiera diría que son incompatibles pero ¿Qué importa lo que los demás piensen? Ginna Burrell es una mujer de veintitres años a la que se la catalogaría como una...