19. Unos llegan, otros se van

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Ginna

La jornada escolar ya había finalizado. Niall y yo estábamos esperando a que Diana saliera del baño. Nos encontrábamos sentados en las escaleras de afuera de la escuela.

Aún había algunos padres charlando allí afuera, con la maestra o entre sí.

Ninguno de los dos decía nada, nos mirábamos de reojo de vez en cuando, pero eso era todo. Tampoco había mucho que decir, o tal vez si, pero no sabíamos cómo, más bien yo no sabía cómo. Apuesto a que Niall se moría por decir algo, pero no quería o no estaba seguro.

—Esto es muy incómodo —pensé, pero no me di cuenta de que lo había dicho.

—Ni que lo digas —sonrió— Tan solo quisiera que las cosas fueran más sencillas. Que podamos estar juntos sin tener que angustiarnos porque en cualquier momento nos separaremos.

—Si tanto te carcome el que me vaya, haz de cuenta que no lo haré.

—Eso es difícil Gia, por no decir imposible —me miró.

Detesto que la gente se me quede viendo, pero no me molestaba que Niall lo hiciera. Su mirada siempre me transmitía amor, paz y felicidad. Si los ojos son la ventana del corazón, entonces él tenía uno muy noble y pleno.

No sé en qué momento se acercó, pero lo tenía muy cerca, demasiado. Lentamente tomó mi cabeza entre sus manos, esperando a que yo lo detuviese, pero no quería hacerlo. Fue entonces cuando chocó sus labios con los míos y me besó como si no hubiera un mañana, como si supiese que me iría en cualquier momento y que ésta era su última oportunidad para despedirse.

Detrás nuestro se oían murmullos de los padres. Estaban indignados, y cómo no estarlo, ellos pensaban que éramos hermanos. Pero eso no me impidió continuar con el beso.

Cuando nos separamos, la risita de una niña detrás nuestro llamó mi atención.

—Sabía que pasaría ¿Cuándo se casarán? —preguntó Diana.

—¿Qué te parece mañana? —Niall le preguntó a Diana riendo.

—Ni loca —le di un codazo en el hombro.

—Está bien, tal vez más adelante —dijo él y Diana hizo puchero.

Niall

—Una vez más Ginna, solo inténtalo. No pierdes nada con hacerlo —dije desde el asiento del copiloto.

—Está bien —murmuró.

Apretó el acelerador con el miedo a flor de piel, pero lo hizo. Estaba tensa, al igual que las veces anteriores.

—Tranquila, es temprano y no hay posibilidad de que atropelles a nadie —la alenté, a la vez que intentaba contener mi tonta risita. Me resultaba tierno verla tan desencajada y con tanto miedo, siendo que siempre es tan segura de sí misma.

Continuó avanzando perfectamente, a velocidad moderada. Le dije que esta vez doblara hacia la derecha y así lo hizo.

—Lo estás haciendo —le dije feliz— Ahora trata de esquivar ese árbol.

Resopló, pero lo logró. Estuvo andando por unos minutos más hasta que se detuvo.

—Lo lograste, estoy muy feliz por ti. Otro día te enseñaré a estacionar.

—Gracias Niall, creí que jamás podría hacerlo —inesperadamente, me abrazó y yo le correspondí.

Habían pasado tres días desde que llevamos a Diana a la escuela y tuvimos que quedarnos. En estos días la había ayudado a conducir y por fin lo había logrado.

Alguien Diferente ||N.H||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora