9. Sucia camioneta o lujoso Lamborghini

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Ginna

Desperté sin oír el gallo cantar, o era uy temprano o era muy tarde. De cualquier forma, no me atrevía a abrir los ojos, quería seguir durmiendo. Cuando quise mover mis brazos, primero noté que no podía, segundo sentí que mis manos estaban sobre algo, más bien sobre alguien. Al abrir los ojos, comprobé que tenía mis manos sobre el pecho de Niall, y que éste estaba abrazándome.

¿Pero qué mierda? ¿Qué hace el ranchero abrazándome en mi cama? ¿Y por qué yo tengo mis manos sobre él?

—¡Niall! ¡Suéltame! —le grité mientras trataba de zafarme de su agarre.

—Shhh. Tengo sueño, un ratito más —se dio vuelta y se tapó con las sábanas.

—¡Niall! —le grité en el oído, e inmediatamente dio un saltito en la cama y se sentó en esta.

—¿¡Qué!? ¿Podrías dejarte de tanto griterío? —dijo enfadado.

—No te hagas el enojado. Si hay alguien aquí molesta, esa soy yo ¿Se puede saber qué haces en MI cama?

—Tú me pediste que me quedara. Llorase y dijiste que te sentías sola y que no te abandonara como todos lo hacen.

—¿Yo? ¿Llorar? Imposible —me negué rotundamente.

—Estabas borracha —aclaró.

—Pero si solo bebí un poco de cerveza —olvidé mi enfado por un momento e intenté recordar lo que había pasado anoche, más era en vano.

—Pero el alcohol de aquí es más fuerte.

—¿Y por qué le haces caso a una borracha? —le recriminé.

—O sea que ahora es mi culpa —gritó, para mi sorpresa—. Te ayudé, te traje hasta el cuarto y te consolé cuando estabas llorando. Luego, cuando me besaste me alejé y te dije que no sabías lo que hacías. Pero claro, tu siempre haces las cosas bien y nunca te equivocas, por eso yo soy el que tiene la culpa ¿No?

Quedé estupefacta por su respuesta. Jamás pensé en la posibilidad de todo eso. Me sentí mal por juzgarlo, pero él pareció no notarlo, pues se marchó enojado, dando un portazo a su paso.

Lo seguí para pedirle disculpas. Él había actuado como un caballero conmigo anoche, y yo lo trataba como basura. Debe creer que soy una insensible, en realidad, soy un poco así. La verdad es que nunca lloro, por eso no puedo creer que él me diga que lloré. Debió de ser el efecto del alcohol.

Salí del cuarto para encontrarme con el desayuno ya preparado y a Niall comiendo. No me había esperado, se supone que siempre lo hace, debe estar más que molesto.

—Niall. Lo siento, no debí tratarte así, me equivoqué. ¿Me perdonas?

Se me quedó viendo por un momento, pensativo.

—Sí, te perdono. No puedo creer que te hayas disculpado. Nunca me habías tratado de una manera tan dulce como ahora.

—¿Aún iremos a la ciudad? —pregunte ignorando su comentario.

—Claro, una apuesta es una apuesta.

Niall

Luego de un largo camino a Mullingar, que era la ciudad más cercana, estacioné el auto. No habíamos hablado mucho en el camino, pero al menos no peleamos.

Ginna me pidió que la acompañase a comprarse ropa, porque según ella, no puede andar en la granja con sus prendas de alta costura. No tenía muchas ganas de hacer esto, pero me prometió que luego iríamos al hospital a ver a papá y luego a cenar.

Alguien Diferente ||N.H||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora