Capítulo VI: Ustedes no protegen, ustedes destruyen.

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Los nervios que cosquilleaban en su mano bajo la idea de reencontrarse con su hermano fueron suficientes para hacerla olvidar de las horribles imágenes de la pesadilla que se habían refugiado en su mente

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Los nervios que cosquilleaban en su mano bajo la idea de reencontrarse con su hermano fueron suficientes para hacerla olvidar de las horribles imágenes de la pesadilla que se habían refugiado en su mente.

—Llegamos —indicó el desconocido; haciéndola escapar de sus pensamientos al detenerse—. Espero puedas convencerlo —agregó en una nota condescendiente antes de girar el picaporte de una enorme puerta doble que, una vez abierta, la dejó enmudecida.

Del otro lado, una enorme habitación se extendió frente a ellos; cristales, candelabros y muebles de la más alta calidad se encontraban decorando el resplandeciente lugar. Las penumbras que poseían los pasillos del palacio fueron arrasadas por la luz que, aunque suave, ingresaba por los inmensos ventanales que consumían toda una pared. Asimismo, la habitación no estaba abandonada, pues Gideon estaba allí, tan sencillo y carismático como la noche anterior. A su lado, dándoles la espalda, Caslya observó la esbelta figura de una chica de larga cabellera rubia recogida en una alta coleta de caballo.

—¡Cass! —dijo Gideon, provocando que la desconocida se volteara hacia ellos. Al hacerlo, Caslya se quedó atónita, después de todo era la primera vez que veía a otra chica que no fuera ella misma y eso la hizo sentirse extrañada. La joven tenía unos hermosos ojos grises que simulaban, desde la distancia, ser de plata; pómulos altos, mejillas hundidas y pequeños labios que le otorgaban una esencia delicada a pesar del traje de combate de color oscuro que se ceñía a sus curvas—. Veo que has conocido a Baztiel.

Ella miró al joven de cabellos pelirrojos que estaba de pie a su lado, el cual, le guiñó un ojo a modo de presentación antes de irse en dirección a la chica.

—De todos modos, creí que estarías descansando —continuó el castaño frunciendo ligeramente el entrecejo—. Ayer te veías agotada.

—No puedo descansar —respondió ella negando con la cabeza—. No sin estar segura de que mi hermano está bien. Por eso estoy aquí.

—Espera...—empezó a decir él—, no estarás pensando en...

—Debo hacerlo —le interrumpió.

—¿Hacer qué? —Aquella voz denotaba una fría elegancia que la llevó a voltearse rápidamente. Al hacerlo se encontró con una mirada dorada que parecía tener el poder de leer sus pensamientos. Ante la expresión sobresaltada de Caslya y bajo las inseguridades que la asaltaron, Haniel sonrió ligeramente—: Lo siento, ¿la he asustado?

Ella negó con la cabeza al tiempo que Gideon adoptaba una postura seria y educada.

—Has llegado tarde. —La voz de la chica de cabellera rubia hizo al ángel caído observarla con sus cejas sutilmente enarcadas—. Otra vez.

—Lo sé —se limitó a responder sin perder esa aura de perfección que lograba incomodar a Caslya—. Mas, por lo que veo he llegado en el momento propicio para oír a nuestra invitada.

Guardianes de almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora