Capítulo XXXIX: Un día.

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Baztiel se despertó con el aroma de una fragancia dulzona y sonido estrepitoso

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Baztiel se despertó con el aroma de una fragancia dulzona y sonido estrepitoso.

—Lo siento. —La voz apenada de Edrielle lo llevó a enfocar su mirada en ella. La joven se encontraba hincada a un lado de la cama con un pequeño recipiente en una mano y le observaba con las mejillas encendidas—. No era mi intención asustarle, joven Baztiel.

—No, está bien, Edrielle —dijo acomodándose en la cama, pero al hacerlo notó el vacío exactamente allí dónde su hermana se había recostado la noche anterior...—. ¿Qué sucede?¿Danna está bien?

—Cuando yo llegué usted estaba solo —respondió condescendiente—, mas si gusta puedo ir en su búsqueda.

Él se apresuró a rechazar el ofrecimiento de la contraria.

—Descuida, no es necesario. —Hablaría con ella más tarde y corroboraría que lo que ella le había dicho la noche anterior no había sido un sueño. «Por favor, no te culpes y no creas que te odio. No te odio en lo absoluto»—. En su lugar, ¿tú necesitabas algo? ¿Ayuda para alguna labor?

—Se lo agradezco, pero para nada eran esos mis motivos —contestó ella apresuradamente—. Preparé este ungüento para usted. Pensaba dejárselo aquí para cuando despertara, pero le he despertado yo con mi torpeza.

Baztiel le dedicó una sonrisa comprensiva y tomó el ungüento entre sus manos.

—Es muy amable de tu parte el preocuparte de esta forma por mí —le aseguró. Luego pasó una mano por su cuello ligeramente avergonzado—. Siento si no he valorado tus cuidados, Edrielle. Realmente te debo mi vida y te estoy agradecido. A ti y a Mab, de hecho, aunque ella nunca aceptará un agradecimiento de mi parte.

Dos golpes a la puerta impidieron que la joven fae pudiera responder.

—Me complace encontrarle despierto, Baztiel —comentó Haniel tras abrir la puerta—. Edrielle, aprecio su dedicación, mas ya puede retirarse.

—Claro, señor. —Y sin más, ella abandonó la habitación con pasos rápidos.

—¿Cómo se encuentra? —Haniel señaló con el mentón el vientre del joven.

—Bien. De hecho, pensaba retomar mi entrenamiento hoy mismo —explicó Baztiel dejando el ungüento sobre la mesa de noche para ponerse de pie—. La herida ha sanado en su totalidad y no hay más motivos para que continúe en cama.

—Es una buena noticia —acotó—. Con Kyriel y Gideon fuera, solo le tengo a usted y a Danna disponibles.

—¿Y a Anissa por qué no la ha mencionado? —Hubo preocupación en su voz.

—Ella aún permanece al cuidado del demonio.

—¿Ha venido a pedirme que la releve?, porque sí es así yo...

Pero Haniel lo interrumpió.

—No —dijo—. A estas alturas no busco que sea nadie más que Anissa quién cuide del prisionero.

Guardianes de almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora