Capítulo XII: Frágil muñeca de cristal.

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Si la esperanza había brillado en sus orbes oscuros cuando ella no se apartó de él, al oír sus palabras el desconcierto lo golpeó y provocó que su expresión al igual que la manera en la que la había mirado hasta entonces, cambiaran totalmente

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Si la esperanza había brillado en sus orbes oscuros cuando ella no se apartó de él, al oír sus palabras el desconcierto lo golpeó y provocó que su expresión al igual que la manera en la que la había mirado hasta entonces, cambiaran totalmente. ¿Tan cruel había sido pedirle aquello?

—¿Quién...? —Elián parecía perplejo e incluso perdido en sus palabras. No obstante, cuando la claridad lo abordó sin que ella tuviera que decir nada, una sonrisa frívola y sarcástica se ganó lugar en sus labios—. Ese maldito bastardo —gruñó y la furia se apoderó de él. Caslya se estremeció al verle así, con los puños apretados y el semblante irritado—. ¿Qué más te dijo?

—No voy a decirte —contestó y limpió con brusquedad sus empañados ojos de lágrimas.

—¿No vas a decirme? —repitió invadido por la desazón. Luego, pasó una mano por su rostro como si la situación le exasperara—. ¡Maldición, Caslya! No sabes en qué te estás metiendo.

La mandíbula de ella se tensó al escuchar eso.

—¡Claro que no sé en qué me estoy metiendo! —chilló moviendo sus brazos en un gesto de frustración—. ¡No sé absolutamente nada! Pero no es mi culpa. ¡Es tuya! —El rostro de él se ensombreció ante la culpa que ella había arrojado sobre sus hombros—. ¡Tú me mentiste! Fingiste ser mi hermano... ¿Durante cuánto tiempo tuviste que fingir?

Elián la observó como si ella lo estuviera destruyendo.

—Yo... Siempre he estado contigo.

—¿Siempre? —murmuró—. ¿Qué le pasó a mi familia real? ¿Dónde están mis padres? —Fue en ese momento que se dio cuenta que no tenía nada, que no podía creer en nada. ¿Su madre en serio había muerto al darla a luz? ¿Y su padre? ¿Él de verdad se había perdido en el continente? —. ¿Qué pasó conmigo, Elián? 

—Cassie... —La expresión de Elián se suavizó ante la suya—. No sigas con esto, por favor. Te harás daño...

—¿Cómo puedes pedirme que no siga cuando todo esto sucede por ti? —lo acusó—. Si no me hubieras ocultado la verdad borrando mis recuerdos, nada de esto estaría pasando. Si no me hubieras encerrado como una frágil muñeca de cristal, yo sabría más.

—Si no te hubiera ocultado —empezó a decir—, estarías muerta al igual que ella.

Ella sintió que él había arrojado sobre ella un jarrón de agua helada que la hizo tomar una bocanada de aire y palidecer. ¿Muerta?, ¿por qué ella estaría muerta?

—¿Muerta? —preguntó en un tono de voz más bajo tal como si le costase pronunciar aquello en voz alta—. ¿De qué hablas, Elián? ¿Por qué estaría muerta?

Elián apartó la mirada y ella siguió su mirada. A lo lejos, observó a Haniel, quien estaba demasiado lejos para que ella pudiera buscar alguna respuesta en sus ojos, pero saber que él los estaba mirando..., que él se encontraba allí escuchándola, la hizo regresar la mirada al prisionero.

Guardianes de almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora