Capítulo XX: ¿Dónde podría estar?

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Caslya había rodeado con sus manos la cintura de Luvia para no caer del caballo que minutos atrás habían tomado del gran establo situado a un lado de la casa

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Caslya había rodeado con sus manos la cintura de Luvia para no caer del caballo que minutos atrás habían tomado del gran establo situado a un lado de la casa. El balanceo del animal resultaba tranquilizador y la estabilidad de la joven junto a ella la hacía sentir segura. Inevitablemente, recordó la última vez que había montado a caballo y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al evocar la imagen de las criaturas persiguiéndola en la noche.

—¿Estás bien? —preguntó Luvia mirándola por encima del hombro con cierta preocupación en su expresión.

Caslya asintió con una débil sonrisa. Después de todo, no se veía explicando lo que había sucedido esa noche, mucho menos todo lo que la había hecho sentir aquel siniestro ataque demoniaco.

—Sí, pero me preguntaba cómo es Ares —dijo y en realidad, no mintió, pues se había estado preguntando cómo era el otro guardián de almas desde que habían salido de la propiedad.

Luvia regresó la mirada al camino de tierra que se extendía frente a ellas con un gesto pensativo, mientras que Caslya desvío su atención un instante a Kyriel y a Gideon, quienes se encontraban un par de metros alejados de ellas montando sobre otro caballo.

—Es un chico atractivo, de eso no cabe duda —observó Luvia recuperando su atención; tal como si intentase formar una descripción certera en su mente antes de hablar—. Aunque, ¿qué guardián de almas no lo es? —comentó y Caslya no pudo evitar reír por lo bajo. Luvia tenía razón, ya que, hasta ese momento, Caslya solo había sido testigo de rostros cautivantes y llamativas apariencias. Por un momento deseo llegar al pueblo al que se dirigían para poder apreciar a personas que no parecieran talladas por divinidades—. De cualquier forma, Ares es un sujeto alto; más alto que Kyriel, de seguro. Y cómo cualquiera de nosotros está entrenado para enfrentar decenas de criaturas infernales. Tiene unos grandes ojos cafés y un corto cabello castaño, y no suele usar ropa colorida, por lo que es probable que lleve un atuendo negro.

Caslya se esforzó en crear una imagen mental del guardián en su mente y asintió a la nada cuando obtuvo un resultado decente.

—¿Dónde crees que podría estar? —preguntó.

—Ares es alguien muy impredecible, pero...

—Pero si tuvieras que apostar, dirías que está en alguna taberna de mala muerte con mujeres y una jarra de cerveza —espetó Kyriel; provocando que Luvia suspirara como respuesta. Caslya dirigió su atención hacia él para observar el preciso momento en el que Gideon le dedicaba una mirada condescendiente.

—Creo que es muy pronto para sacar conclusiones —indicó Gideon, pero nadie más pareció oírle o, al menos, nadie agregó nada a sus palabras.

En cuanto a ella, pensó en comentar algo, sin embargo, el andar de otros caballos la llevó a dirigir su mirada al frente invadida por la curiosidad, y es que poco por delante de ellos se aproximaba una carreta conducida por el primer hombre común que Caslya iba a ver. Por alguna extraña razón, se emocionó y cuando el señor de grandes proporciones pasó por su lado, ella le saludó. El hombre no le devolvió el saludo, en realidad, fue todo lo contrario, ya que apartó la mirada como si ella fuese un bicho raro.

Guardianes de almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora