Sin fuerza

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Ya habían pasado dos semanas, tiempo durante el cual, Nami había evitado a toda costa hablar acerca de la escena que se encontró al llegar al barco, pese a los múltiples intentos de Robin de hablar sobre el tema.

Zoro, por su parte, seguía tratando de entender todo aquello. Si aceptar el hecho de que estaba enamorado de Nami ya era difícil de por sí, el pensar que ella podía sentir lo mismo hacia él era imposible. Y todo eso por no mencionar que ni siquiera estaba seguro de que fuera verdad. Quizá todo había sido producto de la imaginación de Robin, o simplemente había malinterpretado sus reacciones.

En definitiva, la última semana en el Sunny había estado llena de tensiones por todas partes; era como si aquella isla tuviera un poder oscuro cerniéndose sobre ellos.

-¿Zoro?- El renito tocó tímidamente a Zoro, quien estaba apoyado en la baranda mirando hacia el mar.

-Hola Chopper.

-¿Cómo te encuentras? ¿Has recuperado ya la fuerza?

-Me gustaría decir que sí, pero estaría mintiendo.- Suspiró el espadachín mientras miraba a lo lejos.- ¿Cuánto se suponía que iba a tener que estar así?

-En teoría tendrías que haber recuperado tu forma física hace ya una semana... No lo entiendo.- Dijo el doctor confuso. Todo aquello era ridículo, Zoro estaba en plena forma, todas las pruebas eran perfectas, pero el espadachín seguía sin ser capaz de hacer ningún esfuerzo físico.- ¿Te importa si te hago otra prueba?

-Haz lo que consideres.- Respondió resignado. Su cabeza no daba para más, eran demasiadas cosas. Nami le evitaba, él evitaba a Sanji, Robin no hacía ningún avance a la hora de intentar entablar una conversación con Nami, los últimos días en el barco se reducían a gritos, discusiones y mal ambiente, y encima, la idea de que jamás volvería a recuperar su fuerza le aterraba, y cada día que pasaba se volvía más real.

-La analítica que te hice ayer estaba perfecta, ¿qué te parece si vemos hasta dónde llega tu fuerza?

-¿Qué quieres que haga?

-Vamos a empezar por algo sencillo... coge una de tus katanas.- Zoro obedeció, rescatando una de sus preciadas katanas de un rincón, y sosteniéndola en alto con ambas manos.- Perfecto, ahora sujétala sólo con una mano.- Zoro agarró la empuñadura con decisión, pero en cuanto soltó la mano izquierda, se dio cuenta de que algo no iba bien. Un temblor sacudió todo su brazo, pero lo ignoró.- Bien.- Poco a poco, y procurando no ser demasiado vistos, toda la tripulación fue tomando lugares estratégicos para ver si ocurría un milagro y el espadachín recobraba sus fuerzas. Nadie lo decía, pero pese al mal ambiente que parecía haberse instalado en el Sunny, todos estaban extremadamente preocupados por él.- Ahora, trata de hacer algún movimiento con ella.

-¿Algún movimiento?- Preguntó Zoro levantando una ceja.

-Sí, algo que no requiera ningún tipo de esfuerzo.

Zoro frunció el ceño, tratando de recordar algún ejercicio que fuera exclusivamente de toma de contacto con la katana. Una vez lo tuvo pensado, se puso en posición, y ante la atenta mirada de todos, quienes apenas se atrevían a respirar, inició el movimiento.

Un violento temblor sacudió todo su brazo, haciendo que la katana resbalara de su mano y cayera ruidosamente sobre la madera del barco, y después, silencio. Nadie se atrevió a decir nada, la cara de desesperación de Zoro ya decía suficiente.

-Yo...- se atrevió a decir el renito que miraba atentamente a Zoro.- Lo seguiré intentando. Lo solucionaré.


*Toc-toc.

-¿Sí?

-Soy yo, navegante.

-Ah, Robin, pasa. ¿Qué tal estás?

-Bien, bien...- Un intenso silencio se instaló en el camarote. Desde aquel día todo había sido distinto entre ellas. Nami trataba de evitarla, y le daba un trato más cortés que amigable.- Quería hablar contigo.- Dijo con seguridad. Ella debía saber la verdad, o todo habría sido en vano.- Verás, lo del otro día...

-Lo siento.- La cortó Nami.- No te felicité ni te dije nada, he estado muy distraída últimamente, con muchas cosas en la cabeza... Pero no es excusa.- Sonrió afablemente.- Y también soy consciente de que las últimas semanas he estado muy distante, pero por favor, no te lo tomes como algo personal... es decir, me está pasando con todos, simplemente necesitaba un tiempo para mí, pero no te preocupes, ya vuelvo a estar en plena forma y lista para la acción.- Sonrió.- Me alegro mucho por vosotros, espero que os vaya muy bien, y no te preocupes, no diré nada.- Le guiñó un ojo mientras se dirigía hacia la puerta del camarote con sus bártulos en las manos y sin darle tiempo a Robin para decir nada.- Me voy, no sé qué tiene ésta isla, pero su clima es extraño, noto cosas raras... ¡Ya te iré contando cuando descubra de qué se trata!- Agregó alegremente.- Ah, y Robin...- La arqueóloga la miró. Nami había cambiado el tono de su voz, y se notaba que era algo serio y que le preocupaba.- Cuida de Zoro, ¿quieres? Necesita a alguien para apoyarse...- Y dicho esto, salió por la puerta y se perdió por el pasillo, dejando a Robin con la palabra en la boca.

-Si tú supieras a quién necesita...- Murmuró.

Cambios en el Thousand Sunny [One Piece]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora