Capitulo 10

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Las risas resonaban a su alrededor, el tintineo de las copas viajaba de un lado a otro y las conversaciones animadas no dejaban de surgir a cada segundo, no es como si le molestara ni mucho menos le incomodara, pero después de estar más de una hora sentado en el mismo banquillo bebiendo el mismo tipo de trago hacia que de pronto todo comenzara a dejar de parecerle tan brillante e interesante, incluso las chicas atractivas del final de la barra que no dejaban de mirarle y lanzarle guiños le habían dejado de interesar. Pues últimamente las cosas lo tenían bastante abrumado, comenzando por el repentino reencuentro con sus viejos amigos, el regreso de Isadora, los severos cambios de humor de su mejor amigo por causa de cierta belleza rubia a quien ciertamente extrañaba, el cambio radical de actitud de la chica que un día creyó en los conejitos y los arcoíris, todo eso sumado a los duros entrenamientos en el equipo, su vida social y el volver a estar lejos de su familia, en conclusión un jodido enredo del que a veces creía no poder salir jamás, mucho menos si su mejor amigo lo dejaba ahí abandonado, probablemente coqueteando con alguna chica o llevándosela a la cama, jodido Lucas ¿Dónde se había metido?, suspirando dio un trago más a su vaso, dejando que el líquido ambarino resbalara por su boca con extremada lentitud, pensando bien que es lo que debía de hacer, tenía dos opciones; la primera era poner su mejor sonrisa e ir a conversas con esas lindas rubias que al parecer le correspondían o acabar su último trago, dejarle un mensaje a Lucas, tomar su auto y salir de ahí hacia su apartamento para dormir hasta la mañana siguiente.

Pero antes de que siquiera pudiera tomar una decisión, un delegado y suave brazo cayó sobre su espalda, sobresaltándolo de inmediato y obligándolo a girar su cabeza en la dirección de la presencia desconocida que inmediatamente paso a ser sumamente conocida , tanto que incluso sintió los últimos restos del whisky bajar con dificultad por su esófago, producto de la enorme y bellísima sorpresa que se estaba llevando. Una ebria Isadora Smackle estaba delante de él, pero eso no era lo único sorprendente, también estaba ese precioso vestido verde esmeralda que se pegada a sus pechos y cintura en un delicado plisado que enmarcaba el discreto escote y sus preciosos hombros que no llevaban tirantes ni nada que obstruyeran su vista, seguido de una pequeña cinta de un tono más fuerte que marcaba el final del corsé y el comienzo de la larga y amplia falda plisada del mismo tono, todo ello en conjunto con una cabellera tan negra como la noche que caía en suaves ondas a ambos lados de su rostro maquillado por un ligero maquillaje en el que la sombra de ojos era lo único sobresaliente, dejando al natural el resto de su precioso rostro que gracias al efecto del alcohol estaba ligeramente sonrojada y contraído en una terrible mueca divertida .

--Mira qué.. hip... tenemos aquí..hip..- hablo la pelinegra soltando una carcajada pesada, haciendo malabares por mantenerse de pie por sí misma y observando de arriba abajo al moreno, no podía negar que estaba mareada y con un equilibrio de los mil demonios pero el efecto que estaba causando Zay sobre ella siempre le había parecido embrujante y eso que ella no creía en esa terminología, pero como una chica podía resistirse a ese atractivo chico que vestido con un smoquin a la medida, que se le pegaba al cuerpo y enmarcaba cada musculo de su espalda y brazos, acompañado por un perfecto moño negro y un trago en la mano que la miraba con sorpresa y algo más que por su vista borrosa no lograba identificar por completo. Mentiría si dijera que no lo había estado observando desde antes, incluso lo había visto llegar acompañado de Lucas, pero en cuanto ambos se superaron ello ya no pudo dejar de mirarlo, aun cuando tuvo que hacerse cargo de algunas tareas del comité de organización, siempre dirigía una fugaz mirada al chico de la barra, sintiendo como el corazón se le aceleraba y las entrañas se le revolvían, por ello es que sin pensarlo comenzó a beber lo primero que vio en una de las bandejas de los meseros, pero gracias a su poca resistencia al alcohol es que había terminado tan ebria como para en un arranque de locura acercarse al chico y maravillarse con su atractivo que era mucho mejor de frente que a lo lejos, en especial porque el chico era de los pocos que rompía las reglas y por supuesto no llevaba su antifaz puesto.

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