Capitulo 4

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El inicio de clases ya había comenzado y eso se podía confirmar por los cientos de estudiantes que se movían rápidamente por todo el campus; algunos en la biblioteca, otros corriendo para llegar a la siguiente clase y uno que otro despreocupado que simplemente se sentaba debajo de algún árbol con buena sombra a tomar un pequeño descanso, aun cuando tan solo fueran las 11:00 de la mañana , muchos ya tenían exámenes, exposiciones y hasta proyectos por entregar, llenando el ambiente de una mezcla de excitación y preocupación que solo una escuela podía tener. Sin embargo Maya había aprendido que vivir tan estresada no resolvía nada, por ello es que se había hecho tradición para ella que en cuanto tuviera su primer descanso de la mañana, caminaba unos cuantos metros más allá de la facultad de artes, pasando por el auditorio principal y girando hacia la izquierda en la esquina donde una preciosa jardinera de arbustos cuadrados descansaba, llegando así a una de las cafeterías más famosas de la universidad, ganándose su fama por su excelente café y sus deliciosos postres, entre los que destacan el pastel de chocolate y fresa, el favorito de la rubia.

Sentada en una de las pequeñas mesas junto a la barra, se encontraba con un café expreso a medio tomar, un panque de nuez medio mordisqueado, su laptop encendida y algunos de sus cuadernos esparcidos de forma desordenada, pues a pesar de llevar pocas horas de clases, ya tenía presentaciones que preparar y hasta dos laminas que presentar, definitivamente el semestre había comenzado bastante eufórico, al menos eso parecía en comparación con los años anteriores, definitivamente tendría que organizar mejor su tiempo si quería tener un poco de tiempo libre, pero al estar sumida en sus pensamientos, ni siquiera se percató de la persona que había ingresado por la puerta y que justo ahora pedía algo de beber en la caja registradora. Pero el destino no estaba dispuesto a dejar que el encuentro pasara por alto y por alguna razón la rubia sintió la necesidad de mirar hacia la barra, como un pequeño presentimiento y lo que encontró la dejo sin palabras.

Ahí de pie frente a ella estaba una preciosa pelinegra de cabello largo y lacio, sostenido en un ligero moño descuidado pero femenino, una falda corte sirena que le llegaba dos dedos por encima de la rodilla, una blusa blanca bastante formal y un saco del mismo color que de la falda, además de unos zapatos de tacón ni tan bajos ni tan altos para ella, pero había algo que no encajaba, pues a pesar de que sus facciones aún tenían un toque familiar, la ausencia de sus gafas negras, ponía en duda su identidad. Parpadeando repetidamente la rubia trato de poner en orden su cabeza y dejar de pensar tonterías, después de todo ella no podía estar aquí, ella vivía cientos de kilómetros lejos de New York o al menos eso fue lo último que supo, pero como una broma cruel para ambas, el chico de la barra anuncio el pedido listo y toda duda se esfumo.

¡Sale un café con leche mediano para Isadora!  anuncio el chico de la barra, extendiendo en su mano el café y regalando una sonrisa servicial, sin embargo la pelinegra se encontraba incapaz de moverse y mucho menos de recibir su propio pedido, no todo los días te reencuentras con Maya Hart, sentada en un café y mirándote como si fueses un fantasma.

Sin pensarlo la rubia se levantó de la silla y tomo el café de la mano del chico, caminando hasta quedar a unos centímetros de la pelinegra entregandole el vaso, que torpemente le fue recibido.

Smackle  saludo la artista, disimulando muy bien el tono de sorpresa que se le atoraba en la garganta.

Maya  correspondió la bella genio, tratando de sonar lo más cortes posible, mandándose una orden de autocontrol así misma, después de todo ella había asumido el riesgo de encontrarse a personas de su pasado al volver y ahora debía enfrentarlas.

¿Qué haces aquí?  pregunto con el ceño fruncido, tratando de que los recuerdos del pasado no la atacaran y menos en un lugar en donde había tantas personas.

LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora