Capitulo 19

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"Te vi pasar, te vi respirar.

Te vi sonreír y hasta te vi parpadear.

Te vi al anochecer, te vi al

Amanecer e incluso a la media tarde.

Te vi a ojos cerrados,

Te vi con la mirada perdida,

Te vi hasta entre pestañas.

Te vi entre sueños, te vi

En al sombras de la madrugada,

Incluso en las estrellas.

El calor húmedo comenzaba a colársele en la piel, aunque también el dulce viento cálido había empezado a llenarle los pulmones, el Sol brillaba en lo alto del cielo a través de los cristales del aeropuerto, recordándole que había vuelto a casa, solo que no exactamente por algo bueno. Desde aquella llamada había tenido que pensar con cabeza fría, incluso había dejado de lado el tema de Maya para concentrarse en pedir los permisos necesarios en la Coordinación de la Universidad para salir disparado a su departamento junto con Zay , haciendo las maletas necesarias y comprando los boletos al primer vuelo disponible a Dallas, afortunadamente el viaje había sido bastante tranquilo en especial porque a él y a su mejor amigo les habían tocado asientos separados, lo que le garantizaba un poco más de paz, aunque en realidad su mente viajaba de un lado a otro , ansioso por llegar lo más rápido a Texas y ver por fin a Papi Joe , necesitaba muchas respuestas. Y en un abrir y cerrar de ojos el avión ya aterrizaba en la pista mientras poco a poco todos comenzaban a bajar del avión, pronto paso por los chequeos de seguridad y tomo sus maletas, esperando paciente a Zay quien iba mucho más atrás de él y que de vez en cuando le lanzaba miradas de ayuda ya que la fila era bastante lenta.

-¡Demonios! Pensé que nunca saldría de ahí- hablo el moreno con una mueca de disgusto, mirando de reojo hacia la enorme fila de la que hace poco había salido, maldiciendo a todo aquel que trabajara en un aeropuerto.

-Apurémonos, Papi Joe nos está esperando a la salida- le recordó comenzando a caminar hacia su destino sin si quiera esperar una respuesta de su mejor amigo, quien a regañadientes lo siguió pisándole los talones.

El camino fue corto y silencioso, tal como ambos lo necesitaban, no necesitaban hablar ni mucho menos comentar más lo mal que estaban las cosas, tan solo deseaban llegar a casa y correr escaleras arriba par por fin hacer lo que desde aquella llamada les quemaba en el corazón. Pronto salieron por las puertas eléctricas del lugar, donde una ráfaga de aire dulce los recibió al igual que la luz brillante del día, pero antes de que tuvieran que emprender su búsqueda lo encontraron. Papi Joe estaba recargado en su camioneta café pálido , con ese aire texano inconfundible, el hombre medio más de 1,75cm, era de huesos anchos y músculos un poco más rellenos de lo normal, con una barba tupida y bien recortada además de un bigote al puro estilo del sur, unas cejas pobladas que enmarcaban sus ojos de un verde mucho más ocurro que el de Lucas aunque estos siempre tenían un dulce brillo amistoso, lástima que ahora parecía bastante cansado y ojeroso, con los ojos rojizos y la postura cansada, con las manos en los bolsillos de su chaleco y el sombrero vaquero un poco elevado para permitirle una mejor visión, ¿Tan mal estaban las cosas?, se preguntaron ambos chicos en el interior, sintiendo como sus corazones se encogían un poco al ver la escena.

Aun así ambos caminaron a paso rápido hacia la camioneta en donde Papi Joe los recibió con un simple asentimiento de cabeza y les ayudo a subir las dos maletas en la parte de atrás, para por fin ocupar sus lugares en la parte de adelante y emprender el viaje al rancho Friar.

El camino fue en completo silencio, ni siquiera un mosco se atrevía a zumbar, ni mucho menos el sonido de los campos a colarse por las ventanas, parecía como si de pronto la vida estuviera completamente de acuerdo en que los tres cerraran la boca durante 45 minutos, minutos largos y eternos en los que cada hombre de esa camioneta había dedicado a escuchar el sonido de su corazón palpitar, removiéndose incomodos sobre sus asientos, sintiendo sus palmas de las manos sudorosas, sus respiraciones ligeramente aceleradas y sus cerebros en un completo estado de Shock, pero no era para menos, la llamada había sido imprecisa y poco informativa pero al mismo tiempo bastante clara, los dos chicos habían hecho su parte, ahora estaban de nuevo en Texas, pero las cientos de preguntas y preocupaciones que tenían aún seguían atoradas en sus estómagos, tan profundas y ansiosas por salir a la luz y saciar aunque fuese solo una, pero sabían que no podían pues Papi Joe estaba siendo bastante claro, el no hablaría, al menos no por un buen rato, por ello es que resignados miraban por la ventana los enormes campos que rodeaban la carretera tan amplios y largos que incluso daban ganas de echar a correr en ellos y descubrir a donde llevaban , pero antes de que pudiesen seguir en sus pensamientos una hermosa casa de color blanco se alzó en medio del terreno, tan amplia y hogareña como desde su infancia, era de dos pisos con cientos de ventanales y un porche amplio en el que normalmente había una banca y dos sillas donde sentarse a mirar las estrellas, todo eso rodeado de kilómetros y kilómetros de terreno que colindaba con las caballerías y los corrales donde se encontraban todos los animales, además de una cerca en la que algunas vacas descansaban pacíficamente, "Hogar dulce hogar", pensaron dejando escapar un suspiro, como si desde que se habían ido a New York no hubiesen podido respirar hasta ahora.

LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora