Capitulo 3

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3 horas y 6 minutos de vuelo junto a una persona que ronca y con problemas de hiperactividad era un poco de todo lo que tuvo que soportar Lucas en el transcurso de su llegada a New York, a la siguiente ocasión mandaría a Zay muy lejos de el. Afortunadamente el avión ya había aterrizado y justo ahora se encontraba buscando sus maletas y completando su documentación , cosa que lo mantenía distraído , impidiéndole pensar en lo irónico que era estar en esta ciudad, a la cual juro con sangre jamás volver, pero como a la vida le gustaba burlarse de él, su juramento se veía violado por el mismo.

Los trámites terminaron y ambos estaban ya a unas pocas cuadras del nuevo apartamento en donde vivirían, aunque el más emocionado era el moreno, quien se dedicaba a parlotear de lo grandioso que sería ser parte del programa y de las cientos de oportunidades que tendría a sus pies, en cambio el ojiverde se mantenía callado y alejado de la ventanilla, resistiéndose a mirar la ciudad más de lo necesario, temeroso de que de pronto los recuerdos lo atacaran y el dolor en la herida palpitara con fuerza. Pronto bajaron del taxi , frente a un lindo edificio que rodeaba a la universidad y en el que probablemente la mayoría de los inquilinos serían estudiantes. No podía negar que el barrio era tranquilo y lindo a su manera, de hecho el apartamento era muy cómodo y grande, justo lo que los dos chicos necesitaban, pero había algo que no le agradaba, algo que le palpitaba en el pecho y lo ponía un poco paranoico, tal vez todo era mental pero aún no lograba sentirse feliz ni seguro.

—Bien Luke, ahí está el camión de mudanza con nuestras cosas y yo subire a revisar...— parloteaba Zay dándole instrucciones al rubio sobre lo que debían de hacer para agilizar la mudanza, cosa que le importaba en lo más mínimo a él, aunque tendría que ayudar, pues ese lugar sería su hogar durante un buen tiempo y lo mejor sería que se fuera acostumbrando. Suspirando y con pesadez se encaminó hacia las cajas del camión , tomando un par y dispuesto a subirlas, pero entonces un ligero vistazo a la esquina de la calle logró dejarlo atónito. Ahí en la punta de la calle una chica de estatura mediana y cabellera rubia , caminaba hacia la otra acera con suma pasividad y ritmo, logrando un efecto de rebote maravilloso en las puntas de su cabello que a la luz del sol brillaba como una cascada de oro. El conocía esa cabellera, la había tenido cientos de veces en la cara , la había acariciado y escondido en ella, esa era la cabellera de Maya.

*Inicio de Flashback*

La clase de Matemáticas llevaba aproximadamente 10 minutos de haber comenzado , pero para Lucas y Maya eso se sentía como una eternidad, una horrible eternidad en donde sus ojos luchaban por no cerrarse y sus cerebros por seguir prestando atención. Desesperado y al borde del aburrimiento el Huckleberry se entretenía jugueteando con su lápiz o con cualquier elemento pequeño que sirviera para escribir, pero esta vez se veía completamente frustrado por una pequeña pila de panqueques que se recargaba en su escritorio con toda desfachatez , esparciendo por todos lados su largo cabello rubio , lo que le imposibilitaba hasta escribir en su cuaderno.

Frustrado por la situación y sin intenciones de molestar a la rubia, se resignó a lo que tenía, sintiendo curiosidad por el precioso olor a flores y fresa que emanaba la cabellera dorada , que se mantenía ligeramente ondulada en las puntas y brillaba con suma fuerza entre cada hebra del cabello, el espectáculo era casi hipnótico o al menos eso sentía el rubio, quien comenzaba a sentir una terrible picazón en la punta de sus dedos, obligándolo a propinar ligeras caricias a los cabellos de Maya, cuidando de que la ojiazul no lo notara.

¿Que haces Huckleberry? — pregunto en voz baja la rubia , delatando lo adormilada que se encontraba, en primer lugar por la horrible clase y en segundo lugar por las suaves caricias que el tonto vaquero regalaba a sus mechones de cabello.

Na... nada — contestó con voz temblorosa el ojiverde, deteniendo sus manos y rezando porque la belleza rubia no quisiera patearle el trasero por atreverse a tocarle el cabello.

LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora