Mi cara se convirtió en puro horror por lo que estaba viendo. Tenía el ojo morado, un corte en el labio y un golpe en la parte derecha de la frente.
Cogí su rostro con ambas manos y lo acerqué para examinarlo más de cerca. Parecían golpes hechos no hacía demasiado tiempo. Pasé el dedo por ellos con toda la suavidad que pude para no causarle ningún dolor, lejos de quejarse, sonrió muy tranquilo.
– ¿Qué te ha pasado? –pregunté después de unos minutos observando cómo le habían dejado la cara.
–Una pelea en una discoteca. Tuvimos que intervenir y aquello se convirtió en una locura. Hacía tiempo que no veía las celdas tan llenas–hablaba como si fuera lo más normal del mundo, como si le sucediera cada semana.
–Te han dejado la cara fatal–dije preocupada, volviendo a acariciar su mejilla.
– ¿Ya no te atraigo? –preguntó burlón. Comenzaba a sospechar que le encanta hacerme ese tipo de preguntas para conseguir sacarme los colores, parecía encantarle como me ruborizaba con sus comentarios o sus caricias.
–Quiero hablar contigo–dije evitando entrar en su juego. Debía comenzar cuanto antes aquella incomoda conversación antes de que empezara a distraerme a su modo.
No dijo nada, simplemente me cogió de la mano y nos sentamos en un banco que había libre. Parecía estar esperando a que me decidiera a hablar, pero no era nada fácil para mí, me sentía totalmente ridícula.
–Estos días he estado algo nerviosa. Teniendo en cuenta tu trabajo y que he pasado días sin saber nada de ti... no puedo evitar preocuparme–me sentí orgullosa. Estaba segura de haber empleado las palabras correctas. Le había dicho exactamente lo que me pasaba. Bueno quizás en momentos puntuales esa preocupación hubiese pasado a un nivel mayor, pero eso él no tenía por qué saberlo.
–Lo entiendo y lo siento, a veces estoy tan liado que a pesar de tenerte en mente todo el día, al final no te llamo–pensaba que me miraría como si estuviera loca o algo por el estilo, incluso que me mandaría al diablo por no querer estar al lado de una neurótica.
Se hizo el silencio entre nosotros. Odiaba cuando eso pasaba, el aire se volvía pesado y sentía cierta tensión en el ambiente. Era más incómodo aun si por el rabillo del ojo veía como él me observaba fijamente.
Me agarró de la mano e hizo que me sentara en el hueco de sus piernas. No sabía con qué fin, pero me dejé hacer, sentir su tacto y su cercanía.
Metió sus brazos por debajo de los míos y entrelazó las manos en mi estómago a la vez que apoyaba la cabeza en mi hombro. Yo cerré los ojos y respiré profundamente, llenándome de aquella tranquilidad.
Ya casi era de noche, las farolas alumbraban y las estrellas brillaban en el cielo junto con la luna menguante.
Sentí sus labios sobre mi cuello, él era tan bueno, apenas era un suave roce que me producía cosquillas. Siguió moviendo los labios por mi cuello hasta que con su mano me obligó a girar el rostro para atrapar mjs labios con los suyos.
Abrí la boca para él y dejé que su lengua vagara por mi boca. Por su forma de besarme, podía darme cuenta que estaba excitado al igual que yo. Sus besos eran demasiado dominantes.
Chupó mi labio inferior y después con los dientes, sin hacerme daño, tiró de él hacía abajo. Me encantaba cuando hacía eso.
Se movió un poco a un lado para poder tener mejor acceso a mi boca y poder acariciarme el cuello. Fue moviendo su mano hasta que metió los dedos en mi pelo y comenzó a acariciarme la cabeza.
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Jugando con la ley
RomanceMi hermano murió. Desde ese día me dediqué a sobrevivir a una vida teñida de gris. Uno de esos fríos días, a altas horas de la madrugada, fui detenida por un policía y gracias a ello, por unos instantes recordé lo que era el orgullo. Como si la vida...