Capítulo IV.

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Volvió a sonar el timbre y Mercedes se acercó, se limpió las lágrimas del rostro y abrió la puerta para encontrarse de frente con Bárbara Román.

- Buenas noches Mercedes...

Mercedes se quedó sin palabras, con los ojos aún con lágrimas, pero muy abiertos de sorpresa.

-¿Bárbara?... - dijo sin creerlo y estiró su mano para ver qué era real-

¡Bárbara! - exclamó cuando recuperó el habla-.

Y se lanzó a sus brazos, respirando profundo en su piel, y dejando que el aroma de su perfume la envolviera, para asegurarse de que sí era ella y no estaba soñando.

- ¡Mercedes! ¡Mercedes! ¡te extrañe tanto! -le dijo aún entre sus brazos-.

- Bárbara... pero ¿Qué haces aquí… en Santiago?

Los ojos café tan dulces que Mercedes amaba ver se fijaron en ella.

- Es... una larga historia ¿Y tú?, ¿estás bien?, ¿estabas llorando?

-¡¿Qué?!, No... No Bárbara, ¿cómo crees?, no estaba llorando... pero, pasa, pasa por favor.

Abrió más la puerta para que pudiera entrar. Y Bárbara conoció el pequeño refugio de Mercedes en la ciudad, observó el living, el comedor, y alcanzó a vislumbrar su habitación, en ese momento Mercedes la atacó a preguntas:

- Bárbara... ¿Qué haces aquí? Y ¿Por qué no me avisaste que venías?, te hubiera esperado con algo ¿Y Nicanor?

- Fue algo de imprevisto, tuve que venir porque... -se detuvo- porque la señora Román, mi madre... Falleció.

-¡¿Qué?!... ¡Pero qué tragedia Bárbara!, lo siento mucho -la abrazó-.

- Gracias Mercedes -y se aferró a su abrazo un largo rato-, pero se había dado cuenta de que Mercedes tampoco estaba muy bien.

- Entonces Mercedes Möller, ¿me vas a decir, por qué estabas llorando?

- Bárbara te equivocas, no estaba...

- Mercedes... no me mientas, te conozco y sé que estás triste... tus ojitos me lo dicen, ¿qué te pasa pequeña?, ¿no confías en mí?

- No es eso Bárbara, es que no me pasa nada. Solo estoy cansada, he estudiado demasiado.

Se separaron y como Bárbara seguía mirándola de forma suspicaz, trató de cambiar el tema.

- Bárbara... debes estar agotada, ¿quieres algo para tomar? O ¿Quieres comer algo? te haría bien una taza de té.

- Gracias Mercedes, pero no quiero nada, no tengo ganas de comer.

- A ver, tú ahora necesitas comer algo para que te repongas del viaje, además no voy a aceptar un no, eres mi invitada.

-¿Invitada? Si ni siquiera te avisé que venía, de verdad no tienes que molestarte.

- No es molestia, así que ponte cómoda y te prepararé algo y…

-¿Y? ¿Y qué Mercedes?

- Tú... Tú te quedarás... aquí... conmigo, ¿cierto?

- La verdad Mercedes es que me iba a quedar en una hostal... -dijo Bárbara-.

Pero Mercedes la interrumpió.

-¡Ah no!, inaceptable profesora Román, lo que va a hacer, es relajarse ahí, comer algo mientras yo le preparó su cama para que duerma.

- Gracias pequeña.

- Ahora ponte cómoda y descansa -y la miró con cariño- a pesar de toda la pena que estás pasando, me alegra que estés aquí .

Donde Todo Comenzó... (Barcedes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora