Capítulo X.

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Bárbara llegaba a su casa con la felicidad corriendo por todo su ser.

¡Mercedes la quería!

Mercedes había vuelto por ella.

Mercedes estaba dispuesta a hacer lo que sea con tal de estar juntas.

La primera que la vio fue Natalia y la miraba sorprendida. Había un cambio en su mirada, ahora sí sonreía como cuando eran niñas, estaba feliz. Inmediatamente quiso saber.

- Veo que te fue muy bien hoy Bárbara. Pareciera que te hubieras ganado un premio.

- ¡Ay! ¡Qué cosas dices Natalia! Sólo estuve en la biblioteca, poniéndome al día con el trabajo, nada más.

Natalia rió moviendo la cabeza de un lado a otro. Pese a que no se habían visto en años, Bárbara seguía siendo la misma niña con la que creció. No sabía mentir.

- ¡Está bien!, vamos a fingir que me estás diciendo la verdad y yo voy a fingir que te creo. ¿Quieres cenar?

- No, la verdad no tengo hambre. Estoy un poco cansada, ya me voy a dormir. Buenas noches Natalia.

Natalia se acercó a darle un abrazo.

- No me importa qué o quién haya sido, pero me alegra que vuelvas a sonreír, a estar feliz. Buenas noches hermanita.
No había duda, Natalia aún la conocía.

Bárbara cerró la puerta y un suspiro se le escapó. Haberse encontrado con Mercedes después de todo ese tiempo y que le hubiera dicho que la quería le daba esperanzas. Sus palabras fueron como un bálsamo para su alma que vivía atormentada por su ausencia.

A pesar de que habían aclarado algunas cosas y que ahora iban a dejar que el amor hablara por ellas, Bárbara iba a dejar que Mercedes la conquistara. Ella tenía muy claro lo que quería y era estar con Mercedes.

Pero, decidió tomarse un tiempo para que Mercedes pensará bien y estuviera segura de sus sentimientos. No quería volver a pasar por lo mismo otra vez. Esta vez se aseguraría de que estuviera dispuesta a dejar sus miedos de lado y caminar junto a ella el sendero que el amor marcaba para ellas.

Mercedes llegó a su casa con una esperanza en su corazón. Bárbara le pidió tiempo, pero sabía que no había dejado de quererla ¡Lo vio en sus ojos! Y se sentía tan contenta. Otra vez Bárbara llegaba como un ángel a rescatarla de la soledad que la había envuelto, como su ángel, un ángel destinado únicamente para ella. Al entrar estaba María Elsa caminando de un lado a otro.

- ¡Mechita por Dios! ¿No sabes qué hora es? ¿Dónde estabas?

- En la biblioteca. ¡Elsa, no vas a creer lo que pasó! yo... yo..

-¿Tú qué? ¿Tú qué Mechita? ¡Dime!

- ¡La encontré Elsa! ¡La encontré!. Yo... ¡Encontré a Bárbara!

-¿Encontraste a Bárbara?, pero ¿Cómo?, ¿dónde estaba?, ¿qué te dijo?

- Estaba en el único lugar que no esperaba verla Elsa. Bárbara es la nueva encargada de la biblioteca, ¿puedes creerlo?

-¿Y?, dime Mechita, ¿pudiste hablar con ella?, ¿qué le dijiste? Cuéntame.

- Cálmate Elsa. Pudimos hablar, ella me acompañó a tomar un taxi. Es que cuando la vi me sorprendí tanto que me desmayé.

-¿Qué?, ¿y estás bien?, ¿te duele algo?

- No Elsa, estoy bien, ¡mejor que nunca!. ¡La encontré amiga! No voy a dejarla ir nunca más.

-¿Pero qué te dijo?, me imagino que también se sorprendió mucho de verte.

- Sí, me contó todo lo que pasó desde que llegó a Villa Ruiseñor. Las peleas con Nicanor, y lo mal que se sentía al no saber nada de mí. Me reclamó que la había abandonado ¡Y con justa razón! Me pidió tiempo, me dejó claro que ahora sería ella la que debía pensar en todo esto, y la entiendo. Será difícil esperar, pero con tal de que esté conmigo, lo haré.

Donde Todo Comenzó... (Barcedes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora