Capítulo XV.

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Ambas quedaron mudas de la impresión al volver a verse después de tanto tiempo. Bárbara parecía a punto de desmayarse, Mercedes palideció y volvió su vista hacia Joaquín. Luciano se encargó de la incómoda situación.

- Joaquín, Jhon, acompáñenme, ¡vamos por un trago y hablemos! 

- ¡Por supuesto! -se volteó hacia Mercedes- ¿Te encuentras bien?

- Sí, gracias Joaquín, te busco más tarde.

Bárbara miró a Luciano y él asintió dándole fuerza para poder hablar con Mercedes. Tenían tantas cosas que decirse y ninguna sabía cómo empezar.

Mercedes miró sus manos, tomó aire para darse fuerza y le dijo:

-¿Me acompañas un momento?

- Mercedes... yo no sé si sea buena idea…

- Por favor Bárbara... -la tomó del brazo con delicadeza- no te voy a quitar mucho tiempo, ¿vamos?

- Está bien… vamos.

Mercedes la condujo por un pasillo hasta el pequeño jardín que estaba detrás del auditorio. Mientras caminaban iba desenredando sus pensamientos y tratando de encontrar las palabras correctas para explicarle a Bárbara lo que había pasado. Respiraba profundo una y otra vez para calmarse.

Bárbara se dejó llevar, con el corazón en la garganta, sus extremidades se aflojaron, sus piernas apenas le respondían. Ella no quería explicaciones, pero si Mercedes quería hablar, entonces iba a tener que escucharla. Llegaron al pequeño jardín y Bárbara tomó asiento, Mercedes en el otro extremo. Su cuerpo le reclamaba más cercanía  mientras un silencio pesado se instaló entre ellas, ninguna se atrevía a romperlo.

Mercedes se giró para verla y le dijo:

- Bárbara, sé que tenemos tantas cosas que decirnos. Ensayé esta conversación mil veces, pero ahora que estoy aquí contigo, estoy perdida...

Bárbara la miraba incrédula, mientras la rabia y el dolor acumulado tanto tiempo subía por su garganta luchando por salir.

-¿Ensayar?, ¿ensayar qué?, ¿la mentira que me vas a decir, igual que en la carta cuando me dejaste?

- Bárbara, no, no fue así, te juro que no es lo que crees...

De pronto no aguantó más.

-¿Y qué fue entonces señora Echegaray? ¡Explíqueme!  Porque, ¿sabe?, estoy a un segundo de irme de aquí.

- ¡Escúchame por favor! -se acercó a ella y tomó sus manos-  fue mi padre Bárbara. Él y mis hermanos me mintieron para que viajará a Londres por la muerte de María Elsa.

-¡María Elsa está viva! -respondió, poniéndose de pie y dándole la espalda-. 

- ¡Lo sé!, él me hizo viajar para... para encerrarme en un centro para trastornos mentales. Bárbara él sabía de nuestra relación, contrató a un investigador privado y así supo que tú y yo estábamos juntas.

-¡¿Qué?! -se volvió y tomó asiento-  ¡Eso no puede ser posible!

- Así lo hizo Ernesto Möller. Me mantuvo encerrada allí para que curaran mi “enfermedad", ¿acaso crees que yo te hubiera dejado así?, ¿tan poco me conoces?

- ¡No!, yo creía conocerte. Entonces si fue así, ¿por qué me escribiste esa carta Mercedes?, si todo lo que dices es verdad, ¿por qué nunca me buscaste?

- Apenas pude salir, lo hice. Pero ya no trabajabas en la biblioteca, te llamé mil veces a tu casa y tú hermana Cristina me dijo que ya no vivías ahí.

Donde Todo Comenzó... (Barcedes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora