Capítulo XXVII.

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Hora de la comida.

Ernesto miraba la entrada de su casa a través de la ventana, con nostalgia y nerviosismo por partes iguales. Su mente evocaba muchos recuerdos de la niñez de sus hijos, sobre todo el tiempo que habían sido una verdadera familia, junto con Leonor. Se acercó a su retrato y le habló como siempre que se sentía abrumado por los problemas.

- Cuánta falta me has hecho mi querida Leonor. A veces siento que si hubieras estado aquí, todo sería diferente. Yo sería un mejor padre y nuestros hijos serían diferentes personas - las lágrimas se hacían  presentes- No supe llevarlos y te pido perdón por eso. Tal vez si estuvieras con nosotros, Carlos y Horacio serían hombres de bien...- un sollozo le cortó el habla- y nuestra Mercedes...

La vida ya le había jugado varias malas pasadas. Había perdido a su primer amor en manos de Armando Quiroga, y cuando por fin encontró a la mujer ideal con quién compartir su vida, el destino se la arrebató de la peor forma. Tuvo que criar a sus tres hijos sólo y al verlos crecer y hacer sus propias vidas, sentía que le faltaba algo. Entonces Estela y él decidieron vivir lo que habían postergado tantos años. Y cuando ya veía que todo estaba resuelto, su hija, su pequeña se entregaba al amor, ese que venía de la mano de otra mujer. Lucho, he hizo todo por separarlas, pero ellas le demostraron que aunque el mundo se viniera abajo, se seguirían amando. Y ahora que las veía llegar a su casa, él no podía hacer otra cosa que pedirles perdón y darle su bendición a Bárbara para que cuidara siempre a su pequeña. No se sentía preparado, pero mirando el retrato de Leonor, le juro:

- Te prometo que esta vez haré las cosas bien Leonor.

A medida que pasaban los minutos, Bárbara se iba poniendo más nerviosa. Ernesto le había prometido que no pasaría nada malo, pero no confiaba en que los hermanos de Mercedes hicieran caso. Y ella no quería verlos enfrentados otra vez.

Mercedes la miraba y sabía que algo le pasaba. Había estado actuando muy extraño esos últimos días y ahora viendo el nerviosismo en sus gestos confirmaba sus sospechas.

Ella averiguaría que le estaba pasando.

- Bárbarita...- seguía distraída- ¡Bárbara!

Volvió en sí y la miró.

- Mercedes, ¿Que pasa?.

-¿Que te pasa a ti mi amor?. Hace algunos días que estas rara... Y nerviosa

- No, no mi amor. No me pasa nada...

- Bárbara, por favor no me mientas. Te conozco muy bien y sé que te pasa algo.

- No es así...- miró el reloj- ya es hora de que vamos saliendo Mercedes. No vas a querer llegar tarde...

-¿Estas segura que quieres ir?, Van a estar todos incluyendo a mis hermanos, la Augusta...

- Tenemos que ir con mayor razón mi amor. Tu familia tiene que acostumbrarse a vernos juntas, por qué yo no pienso dejarte sola nunca más.

- Yo tampoco...- Mercedes se acercó y tomó su mano- después de esta comida, nos iremos a Santiago y de ahí a Londres...

- Mercedes, ¿De verdad sigue ese paso?¿Londres?

- Si... ¿Es que acaso ahora no quieres Bárbara?

- Si mi amor, pero tu papá...

- Mi familia solo sabe hacer daño Bárbara. Prefiero mantenerme alejada de todos ellos. Mi papá puede que haya cambiado, pero a él siempre le va a pesar el que dirán y yo no quiero estar en una guerra constante con él...

- Tal vez él ya no piense así mi amor.

-¿Por qué lo defiendes tanto?. No puedo creer que después de todo lo que nos hizo, tú...

Donde Todo Comenzó... (Barcedes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora